La sala oscura, únicamente iluminada por el ventanal, apenas cambió cuando aquella figura apareció, con una bolsa de plástico en la mano. En la ventana se veía una pradera, con la hierba verde y un único árbol de color rosaceo en el centro. Allí había dos niñas jugando al pilla pilla, la de pelo castaño, un poco más mayor, era perseguida por la pelirrosa que flotaba a dos metros del suelo.
La tortuga, del tamaño de una mano y de color oscuro casi negro y amarillo por abajo, apareció flotando tras la alta figura en la estancia, y éste la dirigió con un gesto a la tortuguera donde ya flotaba la otra en el agua.
Después volvió a mirar en derredor. Todo estaba en orden, la mesa baja con el sofá y los sillones, la puerta de color negro elegante y un cartel dorado con una R brillante - sonrió al verlo- y las demás cosas, todo estaba en su sitio. En el jardín que se veía por la ventana, la chica pelirrosa era perseguida ahora por un enjambre de diablillos alados.
En una esquina de la habitación, casi invisible, había una mesa y sobre ella inclinado un cuerpo, al parecer enfrascado en alguna tarea que requería bastante concentración, que no reaccionó ante la presencia del recién llegado y ante el cual este sólo pasó una mirada fugaz.
Volvió a dirigir su mirada al jardín, para ver como, bajo el arce, las dos niñas estaban empezando a pelearse.
Acercarse a la ventana y atravesar su superficie como si fuera simplemente agua fue todo uno, y comenzó a caminar (vestido de negro, como siempre) hacia ellas, oyendo parte de la discusión.
- Pero es que has hecho trampa!- decía la pelirrosa con gorro azul.
- No es verdad, tonta, sólo porque haya usado mis poderes...
- Pero eso no vale! Normal que pierda si mandas a una legión de demonios a por mi!
- Ah, pues tú también usaste tus poderes!
- Que eres una tramposa, Rioco!- sentenció la pelirrosa sacando la lengua.
- pues tú eres tonta, kanae!
Cuando parecía que iban a llegar a las manos, el recién llegado alzó la voz:
- Vaya! Y yo que pensé que podría compartir esto que traigo...- agitó ligeramente la bolsa de plástico que aún traía- me las tendré que comer todas yo.
Acto seguido ambas miraron al joven con desconfianza, preguntándose de que narices hablaría para cortar su discusión así por las buenas. Sin embargo, en cuanto este abrió su bolsa y mostró las ciruelas, naranjas y de piel suave, a las dos se les hizo la boca agua. Intentaron coger una, pero rapidamente él las ocultó tras de sí.- no mientras estéis enfadadas.
Ambas dos se miraron y volvieron la cabeza con gesto altivo.
- Venga, no os enfadeis por esas bobadas. A ver, Kanae, no puedes decirle a alguien que no haga una cosa si tú la estás haciendo primero. Las normas son para todos, y si usas poderes, los usáis las dos. Y Rioco...- se volvió hacia la niña con coleteros de pokeballs.- quien está pillando? Tú, verdad? Aunque utilices tus poderes tienes que tocarla tú o si no no valdrá, vale? O ella puede hacer lo mismo y el juego no es tan divertido. De acuerdo?- poco a poco, ambas niñas asintieron, arrepentidas y se abrazaron en señal de amistad de nuevo.- de acuerdo, ahora que eso ya está arreglado... Quien quiere una ciruela?
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