
sábado, 8 de diciembre de 2012
Historias
lunes, 26 de noviembre de 2012
La casa de Helia
lunes, 22 de octubre de 2012
The Expresionless
The Expressionless
In June of 1972, a woman appeared in Cedar Senai hospital in nothing but a white gown covered in blood. Now this in itself should not be too surprising as people often have accidents nearby and come to the nearest hospital for medical attention. But there were two things that caused people who saw her to vomit and flee in terror.
The first, being that she wasn’t exactly human. She resembled something close to a mannequin, but had the dexterity and fluidity of a normal human being. Her face, was as flawless as a mannequins, devoid of eyebrows and smeared in make-up. That’s the other reason people were throwing up or fleeing in terror.
She had a kitten clenched in between her teeth, her jaws clamped so unnaturally tightly around it to the point where no teeth could be seen, the blood was still squirting out over her gown and onto the floor. She then pulled it out of her mouth, tossed it aside and collapsed.
From the moment she stepped through the entrance to when she was taken to a hospital room and cleaned up before being prepped for sedation, she was completely calm, expressionless and motionless. The doctors had thought it best to restrain her until the authorities could arrive and she did not protest. They were unable to get any kind of response from her and most staff members felt too uncomfortable to look directly at her for more than a few seconds.
But the second the staff tried to sedate her, she fought back with extreme force. Two members of staff holding her down as her body rose up on the bed with that same, blank expression.
She turned her emotionless eyes towards the male doctor and did something unusual. She smiled.
As she did, the female doctor screamed and let go out of shock. In the womans mouth were not human teeth, but long, sharp spikes. Too long for her mouth to close fully without causing any damage…
The male doctor stared back at her for a moment before asking “What in the hell are you?”
She cracked her neck down to her shoulder to observe him, still smiling.
There was a long pause, the security had been alerted and could be heard coming down the hallway.
As he heard them, she darted forward, sinking her teeth into the front of his throat, ripping out his jugular & letting him fall to the floor, gasping for air as he choked on his own blood.
She stood up and leaned over him, her face coming dangerously close to his as the life faded from his eyes.
She leaned closer and whispered in his ear.
“I…am….God….”
The doctors eyes filled with fear as he watched her calmly walk away to greet the security men. His last ever sight would be watching her feast on them one by one.
The female doctor who survived the incident named her “The Expressionless”.
There was never a sighting of her again.
En Junio de 1972, una mujer apareció en el hospital de Cedar Sinai (Los Ángeles), llevando nada más que un vestido ensangrentado. Nada en esto debería ser demasiado sorprendente por sí mismo ya que muchas veces la gente cuando tenía un accidente iba al hospital más cercano a por atención médica. Pero había dos detalles que causaron a la gente que la vio vomitar y huir aterrada.
El primero, era que no era "exactamente" humana. Parecía algo cercano a un maniquí, aunque se movía con la fluidez y destreza propias de un humano. Su rostro, impoluto como los de los maniquíes, carecía de cejas y estaba embadurnado en maquillaje. Esa es la otra razón para la gente huyendo aterrada.
Tenía un gatito apretado entre sus dientes, con una fuerza tan antinatural en las mandíbulas que no se veían los dientes, la sangre goteaba en su vestido y el suelo. Entonces se lo sacó de la boca, tiró, y se colapsó.
Desde el momento en el que cruzó la entrada hasta el que fue llevada a una habitación y limpiada y preparada para la sedación, estuvo completamente calmada, inexpresiva e inmóvil. Los doctores pensaron en que sería lo mejor retenerla hasta que llegaran las autoridades y ella no protestó. Eran incapaces de obtener ningún tipo de respuesta, y la mayor parte de ellos se sentían demasiado incómodos al mirarla directamente más de dos segundos.
Pero en el momento en el que trataron de sedarla, luchó con fuerza extrema. Dos empleados que la agarraban cayeron mientras su cuerpo se incorporaba en la cama, con la misma epxresión vacía.
Miró sus inexpresivos ojos al doctor masculino e hizo algo extraño. Sonrió.
Cuando lo hizo, la doctora que había gritó y se desmayó. En su boca no había dientes humanos, sino largas y afiladas espinas. Demasiado largas para cerrar la boca sin daños...
El médico jefe la miró un momento antes de inquirir: "¿Qué diablos eres?"
Ella, crujió su cuello hacia un hombro, ladeando la cabeza para observarle, sonriendo.
Hubo una larga pausa. La seguridad había sido alertada, y podían ser oídos según iban por el pasillo.
Según los oyó, se lanzó hacia delante hundiendo sus dientes en su garganta, dejándole caer al suelo mientras se ahogaba con su propia sangre. Ella se levantó y se inclinó hacia él, su rostro acercándose peligrosamente a él mientras su vida se le iba de los ojos. Se inclinó más y susurró en su oído.
"Yo... soy... Dios..."
Los ojos del doctor se llenaron de terror según la vio ir al encuentro de los de seguridad, calmada. Su última visión fue ella, dándose un banquete con ellos uno por uno.
La doctora superviviente, la nombró "La Inexpresiva", y nunca se volvió a saber nada de ella.
sábado, 22 de septiembre de 2012
Llamando al enemigo
lunes, 20 de agosto de 2012
Respetos
Respeto Innato: El respeto innato lo adquiere cualquier ser con un mínimo de inteligencia, sea o no humano, y es inherente a su condición. Es el respeto que habla de la dignidad, el respeto que te garantiza que no seas humillado gratuitamente. Esto debería ser cumplido por todos y cada uno de los seres ya que, si se falta a este respeto, por una humillación, los culpables tendrían que ser sometidos a una humillación similar, sería el único caso en el que podría ser roto ese derecho universal.
Respeto Adquirido: Este respeto ya no es inherente a cualquier inteligencia emocional, si no que es un respeto que se adquiere respecto a algo realizado por el individuo. También es llamado reconocimiento, y puede ser producido por numerosos acontecimientos: Una batalla ganada con acciones heroicas, salvamento de personas, buenas acciones, hazañas... Cada tipo de respeto adquirido sería distinto, ya que, por ejemplo no es el mismo respeto el que ha conseguido un veterano de guerra condecorado que el que tiene un bombero o un cuidador de un centro de personas discapacitadas o un policía.
Este respeto adquirido o reconocimiento debería ser requisito indispensable para ciertas profesiones, por ejemplo para ser presidente de un país o una empresa se deberían haber conseguido ciertos logros que le garantizasen el respeto y el reconocimiento de los que tienen alrededor. No es un respeto innato y por ello, es algo que hay que ganarse por uno mismo.
jueves, 9 de agosto de 2012
Tánatos
viernes, 20 de julio de 2012
Nueve Años
*Kaasan significa "Madre".
Cinco años
viernes, 13 de julio de 2012
Las puertas del centro comercial se abrieron,
KEITH COLDANNA SALAZARRIOCO SAITOKanae Godall
miércoles, 11 de julio de 2012
Las ciruelas
La sala oscura, únicamente iluminada por el ventanal, apenas cambió cuando aquella figura apareció, con una bolsa de plástico en la mano. En la ventana se veía una pradera, con la hierba verde y un único árbol de color rosaceo en el centro. Allí había dos niñas jugando al pilla pilla, la de pelo castaño, un poco más mayor, era perseguida por la pelirrosa que flotaba a dos metros del suelo.
La tortuga, del tamaño de una mano y de color oscuro casi negro y amarillo por abajo, apareció flotando tras la alta figura en la estancia, y éste la dirigió con un gesto a la tortuguera donde ya flotaba la otra en el agua.
Después volvió a mirar en derredor. Todo estaba en orden, la mesa baja con el sofá y los sillones, la puerta de color negro elegante y un cartel dorado con una R brillante - sonrió al verlo- y las demás cosas, todo estaba en su sitio. En el jardín que se veía por la ventana, la chica pelirrosa era perseguida ahora por un enjambre de diablillos alados.
En una esquina de la habitación, casi invisible, había una mesa y sobre ella inclinado un cuerpo, al parecer enfrascado en alguna tarea que requería bastante concentración, que no reaccionó ante la presencia del recién llegado y ante el cual este sólo pasó una mirada fugaz.
Volvió a dirigir su mirada al jardín, para ver como, bajo el arce, las dos niñas estaban empezando a pelearse.
Acercarse a la ventana y atravesar su superficie como si fuera simplemente agua fue todo uno, y comenzó a caminar (vestido de negro, como siempre) hacia ellas, oyendo parte de la discusión.
- Pero es que has hecho trampa!- decía la pelirrosa con gorro azul.
- No es verdad, tonta, sólo porque haya usado mis poderes...
- Pero eso no vale! Normal que pierda si mandas a una legión de demonios a por mi!
- Ah, pues tú también usaste tus poderes!
- Que eres una tramposa, Rioco!- sentenció la pelirrosa sacando la lengua.
- pues tú eres tonta, kanae!
Cuando parecía que iban a llegar a las manos, el recién llegado alzó la voz:
- Vaya! Y yo que pensé que podría compartir esto que traigo...- agitó ligeramente la bolsa de plástico que aún traía- me las tendré que comer todas yo.
Acto seguido ambas miraron al joven con desconfianza, preguntándose de que narices hablaría para cortar su discusión así por las buenas. Sin embargo, en cuanto este abrió su bolsa y mostró las ciruelas, naranjas y de piel suave, a las dos se les hizo la boca agua. Intentaron coger una, pero rapidamente él las ocultó tras de sí.- no mientras estéis enfadadas.
Ambas dos se miraron y volvieron la cabeza con gesto altivo.
- Venga, no os enfadeis por esas bobadas. A ver, Kanae, no puedes decirle a alguien que no haga una cosa si tú la estás haciendo primero. Las normas son para todos, y si usas poderes, los usáis las dos. Y Rioco...- se volvió hacia la niña con coleteros de pokeballs.- quien está pillando? Tú, verdad? Aunque utilices tus poderes tienes que tocarla tú o si no no valdrá, vale? O ella puede hacer lo mismo y el juego no es tan divertido. De acuerdo?- poco a poco, ambas niñas asintieron, arrepentidas y se abrazaron en señal de amistad de nuevo.- de acuerdo, ahora que eso ya está arreglado... Quien quiere una ciruela?
viernes, 15 de junio de 2012
Mushishi
martes, 12 de junio de 2012
Parecidos ¿Razonables?
1.- Remus Lupin (no es coña, en el 3º libro me lo imaginaba así)

miércoles, 6 de junio de 2012
Zero
Nombre real: Se desconoce
Apodo: Se desconoce
Messier Code: AA000 (No identificado por el momento)
Descripción física: Varón blanco de edad desconocida, de entre 20 y 30 años, de constitución más bien delgada. No se han encontrado coincidencias dentales, de ADN, o de huellas. La ropa es demasiado genérica y sin etiquetas y era completamente negra.
Altura: 1'80 metros
Peso: 70 kg
Tipo: Contratista
Habilidades: Control de mentes, enfocado al ilusionismo.
Compensación: Llevar la cara parcial o totalmente oculta (Las gafas de sol no se considera que oculten la cara en la medida suficiente). El recluso realiza dicho pago por medio de la utilización de máscaras con distintos motivos decorativos.
Notas:
1.- La compensación debe de ser simultánea al uso de su poder por lo cual sin tener el rostro oculto no es capaz de crear ilusiones.
2.- ESTE RECLUSO NO ES UN CONTRATISTA CUALQUIERA. ES MUY PELIGROSO Y AÚN SIN PODERES DEBE SER ENCERRADO Y TRATADO CON EXTREMA PRECAUCIÓN. ESTÁ PROHIBIDO TERMINANTEMENTE CUALQUIER CONTACTO CON ESTE RECLUSO SIN AUTORIZACIÓN PREVIA DEL ALCAIDE.
El hombre con traje miró el informe que le presentaba el guardia de prisiones mientra caminaba por el pasillo con luces tenues. Los datos eran escalofriantes. Su edad era desconocida, así como su pasado. Varón blanco, de constitución media, no había equivalencias en la base de datos y no se conocía su Messier Code. No tenía antecedentes, pero era bastante obvio que era un contratista. Cuando había empezado todo aquello, su contacto le previno.
- ¿está seguro de que eso es lo que quiere? No se lo recomiendo en absoluto. Ese hombre está demente. De hecho, aunque está en la cárcel, no dude que se dejó atrapar. Allí estaba, en la acera, con los sacos llenos de dinero a su alrededor. Si es un contratista, no es del tipo que conocemos.- Sin embargo se habían clasificado sus poderes con relación a la creación de ilusiones, y su pago a llevar la cara oculta, cosa que normalmente hacía con una máscara.
Sus pasos resonaron en el corredor. El pasillo estaba vacío. No había puertas en los laterales, sólo había una al final del pasillo, grande y de acero, con una mirilla y una cerradura tradicional. El guardia de la prisión se lo había explicado... Estaba confinado en alta seguridad por protección.
Pero no protección para él. Protección para los demás.
Un contratista que vivía en un habitáculo de 3x3x3 la totalidad de su tiempo... no se imaginaba cómo podría ser un hombre para que el Gobierno rechazase utilizarlo como al resto. Pero, habiendo oído lo que había oído, no lo dudaba. Aquél hombre no era un contratista al uso.
El guardia apretó un botón antes de abrir la puerta. Seguridad, dijo.
Y entraron.
Y allí estaba. Un colchón sucio, una bombilla en el techo, un WC y una mesa escritorio eran todo lo que había en aquél lugar.
La figura que se encontraba sentada en una esquina no impresionaba mucho, sin embargo el hombre con traje sabía que realmente aquél hombre valía toda aquella seguridad. Y esperaba que más.
Se sentó en la silla.
- ¿Cómo lleva su estancia en la cárcel, señor...?
- Puede llamarme Zero- el preso esbozó una sonrisa. Se estiró, dejando ver su rostro descubierto. Joven, no se podía decir que bajo aquella luz tenue destacase. Vestía una prenda superior en forma de saco que parecía una bata, y que le llegaba hasta las rodillas. No tenía pantalones.- Lamento mi aspecto, señor... Como comprenderá no hay muchas cosas para que un hombre como yo se entretenga en este lugar. .- Su voz era apenas un susurro, rasposa y baja. Un siseo de serpiente.
- ¿Un hombre como usted? Usted no es un hombre. Un hombre no haría esas cosas.- Le cortó el agente.- Vengo de parte de Salvatore Maroni.- El hombre sonrió como si eso fuera un chiste.- Mi jefe ha visto ciertas... cualidades en usted, opinión que, he de decir, no comparto. Todos los contratistas sois eso, bichos raros. Pero me han mandado a darle un mensaje, y eso he hecho.- La penetrante mirada de aquél individuo le ponía nervioso.- Si quiere aceptar el trabajo, ya sabe. Dentro de una semana alguien le esperará en el café de la calle 11 de noviembre, en la ciudad en la que fue usted... capturado. No tengo nada más que decirle.- Se levantó deprisa, aquel encargo le parecía de locos. Descender hasta las entrañas de lo peor del hombre para citar a un loco a un lugar al que no iba a poder acudir, delante de sus captores. Pero su jefe confiaba en él. Y no tenía más remedio que... acatar.
-¿Sabe? Creo que se han pasado. Con eso del informe, digo. Se preocupan demasiado.
AL DÍA SIGUIENTE.
El guardia deslizó la bandeja metálica por la rendija y miró por la mirilla. Se quedó helado, al ver el cuerpo del preso de máxima seguridad colgando de la lámpara.
Tras dar el aviso, el alcaide apretó los dientes en la sala de control.- Ese cabrón... lo hace a sabiendas. Lo hace a sabiendas de que le llevaremos a la enfermería y allí podrá huir. ¡Hernández, bájalo de ahí y controlalo hasta que lleguen los sanitarios!- El alcaide, un hombre grande y con bigote gris, dio las órdenes de forma clara y concisa. No iba a permitir que su preso más importante se escapase porque sabía que, una vez fuera, desaparecería. Y, una vez fuera, podría hacerse una máscara. Y estarían perdidos.
De repente, el micro volvió a sonar.-¡Señor!¡venga rápido!- Los golpes se sucedían, al otro lado del interfono del guardia.
Los refuerzos llegaron en cinco minutos. La escena se había salido de control. El joven de alguna manera se había hecho con el arma del guardia, golpeaba a éste, encogido en el suelo. Los guardias no tardaron en reducirle, mientras, magullado, el guarda recuperaba su arma, aún con las piernas temblando. La paliza había sido de campeonato.
Y, sin embargo, contra todo pronóstico, cuando llegó el alcaide, el joven empezó a gemir.- ¡Es una trampa! ¡Él es el enemigo!¡Él es el enemigo!- Gritaba, señalando al guarda que había recibido la paliza.- ¡Nos ha tendido una trampa a todos!¡No le dejéis escapar!- El guardia se encogió de hombros. Su cara aún mostraba los símbolos de la paliza, y se tambaleó cuando recogió la gorra del suelo y se la puso.- Tranquilo, hijo. Ya ha pasado. ¿Está bien?- El alcaide habló por encima de los gritos del joven delgado. Era obvio que estaba mintiendo, ¿cómo iba a haberles tendido una trampa su guardia, al que estaba apalizando momentos antes? ¿Cómo podrían haber intercambiado los papeles, cómo podía estar gritando "¡Yo soy Hernandez!" con tanta seguridad y no haberse vuelto loco, o pretenderlo? El alcaide presupuso lo obvio. Estaba fingiendo locura. Así que aconsejó al resto de guardias ignorarle. Cuando la puerta volvió a quedar cerrada, sus gritos se ahogaron y acompañó al guardia, que había sido víctima de una paliza, a la enfermería. Sin embargo, tras tomar un vaso de agua y una aspirina, éste aseguró encontrarse mejor.- Sólo fueron un par de golpes.- Dijo, intentando sonreír.- Y soy un agente del orden. Tarde o temprano tenía que ocurrir. Un poco de descanso me vendrá bien.
El alcaide sonrió.
DOS HORAS DESPUÉS
El guarda, en la puerta del recinto, sonrió.
Tenía que tomar el aire. Claro.
Se quitó la gorra, y con una sonrisa, la echó a las zarzas que crecían alrededor de la valla.
Zero se quitó la tela agujereada que hacía de máscara, sujeta a su cara con la goma del pantalón que había roto. Su huida había sido un éxito, haciéndose pasar por el guardia. Había sido pan comido cabrear al guardia para dar comienzo al plan. Ocultar la radiación syncrotrón, no suponía esfuerzo por su poder. Y el resto, bueno, había venido solo.
Llevaba planeando algo así desde hacía mucho, sin embargo, había sido la visita de aquél llorica del traje lo que le había hecho decidirse. Salvatore Maroni le requería, eh? interesante. Tal vez le hiciera una visita. Tal vez... con una sonrisa, y aún con su prenda de saco de preso, se alejó por el camino, dispuesto a hacerse una máscara como era debido lo antes posible. El resto... vendría después.
lunes, 4 de junio de 2012
Débil
La noche es joven. Y jóvenes son nuestros protagonistas que, despreocupados, caminan por una calle secundaria de Nueva York charlando y riéndose. El día veraniego invita a pasear, y su procedencia, española, les empujaba a las calles y a las plazas a disfrutar y a pasear.
Sin embargo, quien sabe si, demasiado confiados en el aumento de seguridad que se ha producido en la metrópolis estadounidense tras los atentados islamistas, no han ido demasiado lejos.
En su ruta entre la creciente oscuridad, sólo aderezada con farolas cuya luz cubre parcialmente la calle, van dejando en sus respectivos apartamentos a sus amigos. A veces solos, a veces en parejas.
Y, eventualmente, sólo quedan ellos tres. Se dirigen a la casa de la chica, ellos dos acompañandola caballerosamente, cuando algo surgido de un callejón los toma por sorpresa, agarrando a la chica en su salida.
- Vaya, tres ratoncillos ciegos salen de su madriguera... No tenéis miedo a que os coma el gato, ratoncillos ciegos?- la penumbra no les impide ver el brillo del cuchillo que sostiene con la otra mano, dispuesto a hundirse en su carne.
- Tranquilo...- intenta calmarle el primero. Alto, con buena planta y una mata de pelo rubio. El héroe que toda chica querría. Y, además, era buena persona. No se podría pedir más.- te daremos nuestro dinero. Sueltala por favor.
Pero el asesino, un ser sucio y rastrero, siempre ha odiado a los tipos populares como él.- dinero? Oh, ya tengo todo el dinero que necesito. Ahora sólo quiero jugar. Vas a jugar conmigo, héroe?- el asesino esbozó una sonrisa oscura y tenebrosa mirándolo.
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Miré a David. Su cara de preocupación por la chica, por aquello que estaba pasando. Era todo un héroe, el si que sabía como actuar en cada situación. Sus ojos azules observaban al asesino intentando averiguar sus decisiones. Sin embargo, yo... Yo estaba cagado de miedo.
El asesino se cansó de esperar, y con su sonrisa macabra colgando del rostro se empezó a llecar a la chica hacia el callejón. Pero el héroe no iba a permitirlo. Con un rápido movimiento, se lanzó hacia el otro, mientras esté obtenía lo que había ido a buscar.
El balazo resonó por la calle vacía, junto con el grito del asesino. El arma cayó a los pies del otro chico. David, en un último movimiento, le había confiado a él la situación.
Cogí el arma lentamente mientras oía los ruidos de Miriam intentando deshacerse del asesino, y, cuando volví a mirar, este la había dominado y la tenía atrapada.
Estaba temblando. Sus piernas estaban hechas de mantequilla y a duras penas se sostenía en pie. Ya no digamos disparar. Joder, el no estaba preparado para esas situaciones. Estaba cagado de miedo. Y el asesino lo sabía. Le hizo una seña con la cabeza. - Qué, tú no vas a seguir los pasos de tú amigo el héroe?- el otro tembló violentamente mientras le apuntaba. No sería capaz de disparar.
- Venga, dispárame.