
martes, 29 de mayo de 2012
Planes (II)
Planes (I)
lunes, 28 de mayo de 2012
Explosión
domingo, 27 de mayo de 2012
Problemas de niños (II)
La tormenta arreciaba, rayos y truenos en su magnifica sinfonía, opacando incluso el brillo de las estrellas y oscureciendo aque refilon de sol que asomaba desde el horizonte. Eran ya casi las 5 am., y yo no haba podido dormir.
Me acurruque entre las sabanas, girando hacia un lado, mejor dicho, girando hacia el lado vacio de nuestra cama. Respire profundamente, como aferrándome a su aroma impregnado en la almohada. Estruje una vez mas el edredón.
-Rex...-Suspire, negando para mi misma. Se me hacia difícil respirar, lo extrañaba tanto…No podía acostumbrarme a esto y nuestros hijos tampoco pero…Asi eran las cosas.
Acaricie mi cuello, sintinendo a penas la diminuta cicatriz donde tiempo atrás residió mi rastreador. Desde el momento en que supo que estaba embarazada hizo todo lo poible por sacarme de SHIELD hasta que llegaron a acordar un intercambio; El por mi…Y, al principio fue sencillo debido a su falta de poderes…y ahora…6 años después, los habia recuperado y con ello su implementación en misiones resultaba demasiado tentadora...Para SHIELD y para él...Despues de todo, sabia muy bien lo mucho que extrañaba su vida de heroe.
-Nnnhhg.- Ese sonido reprimido broto de mi garganta mientras me enfurruñaba con las sabanas, de ojos aguados.-25 años y aun tengo mis arrebatos de niña…Rex, donde estas?.- Me sente, abrazada a mis propias piernas. Eran ya las 5:30 am…Anna y Gabriel deberían de estar despiertos. Él siempre llegaba a las 5:30 del laboratorio, y ellos, sin siquiera usar un despertador, abrían sus ojitos a la hora exacta, ansiando verlo para que les contara sobre sus nuevas teorías. Tecnicamente a los niños deberían de contarles un cuento, pero ellos, bueno, nosotros, somos una familia singular, y mis pequeños adoraban escuchar y admirar la emoción de su padre cuando hablaba sobre el futuro no tan lejano para el. Al final, Rex, Gabriel y Anna, quedaban dormidos en la cama de esta ultima. Para entonces yo solo les observaba, apoyada contra el humbral de la puerta para finalmente ir a cubrirles con una manta.
Ese era un momento especial que ellos tenían, que compartíamos con suma felicidad…pero que desde hace 34 dias, y ellos aun despertaban a esta hora…y honestamente, dudo que alguna vez la pierdan, al igual que yo…
Me incorporo por completo de cama, caminando serenamente hasta el cuarto que comparten mis hijos. No es que nos falte espacio en casa, sino, una forma de fortalecer su lazo empático.
Abro la puerta lentamente, dejando que la luz del pasillo se cuele hacia el dormitorio, espero un momento a que se habitúen, de fondo, el compas del la tormenta me acompaña cuando me muevo hacia la cama de Anna. Me siento junto a ella acariciándole el cabello.
-Vamos Annie, Gab. Se que están despiertos.-
-Papá aun no llega…-La vocecita de Gabriel se escucha un tanto silenciada por la almohada contra la que oculta su rostro. Voy donde él, quien se ecuentra dándome la espalda. Le tomo su hombro, cariñosamente. Sonriendo, me acerco a su oído.
-El regresa Gab, siempre lo hace.- Le di un beso en la mejilla, el continuaba sin darme la cara, al igual que Anna.- Uhm, creo que nunca les he contado un cuento…-
-No nos gustan los cuentos mamá.- Hablo Ann en tono apesadumbrado.
-Preferimos hechos científicos, cosas reales y posibles.- Sentencio Gab.
-Hmph!.- Me incorpore de un salto, quedando de pie y de brazos cruza en el espacio entre sus camas. -Pues eso es porque nunca han escuchando ESTE cuento!.- Mire a ambos lados y con agilidad me movi hacia el armario, cogiendo una sabana oscura la cual, en una sola maniobra, coloque sobre mis hombros a modo de capa. - Habla sobre las aventuras de un…Echicero!.- Baje el tono de mi voz como si tratase de darme un tinte mas misterioso mientras actuaba uniendo mis cual imitaban los pases mágicos. - Al que se le ha agotado la imaginación… Un Heraldo que ha perdido su mensaje.- Movi la improvisada capa esta vez por sobre mi rostro, acorvándome como un anciano. - Un Guerrero demasiado Valiente! Haiya!.- Lance la sabana oscura hacia arriba. - Una Bestia de noble corazón.- mientras decía esto me agazapaba en el suelo, dejando caer sobre mi la tela. - Una hermosa duquesa echizada por su madre bruja para verse horrible…-me sente en el suelo, ocultándome. - y jamás…JAMAS!.- Ante esto me puse de pie inesperadamente. -Volver a sonreir…-Encogi de hombros dejando la sabana a mis pies con una sonrisa radianete colmando mi rostro. - Y una arquera que ha olvidado como lanzar flechas.-
Problemas de niños (I)
Episodio 1
Y ella azoto la puerta, abriéndola de par en par. Ni siquiera necesite voltearme,o escuchar su voz, aunque, jamás tocaba antes de entrar. Resultaba algo “mágico”, o asi le gustaba a mamá llamarlo, yo personalemente, lo atribuyo a la rutina. Esa rutina con, cada una de las letras que la conforma, es usual en ella azotar mi puerta, al igual que es usual que se pase olímpicamente del reglamento que prohíbe a las féminas ingresar al ala este, donde habitamos los hombres. En fin, azoto mi puerta e igualmente ahora azota mis oídos. Desde cuando me resulta tan fastidiosa esa vocecita? Quiza desde el momento en que, la persona de quien proviene haya cambiado tanto en tan poco tiempo.
Cuerpo perfecto y envidiable, larga melena rubia, mejillas sonrosadas que denotan encontrarse en la flor de la juventud, y como olvidar esos ojos rojizos, zafiros ardientes y profundos…Según lo que he podido entender del comportamiento masculino adolescente, ella representa todo lo que uno pudiese desear, y bueno, ella se parece tanto a nuestra madre, que estoy seguro que cualquier adulto también desearía, pero lo único que yo deseo es que se largue y me deje seguir con lo mio.
-Hasta cuando Gab? Venga hombre, eres joven, porque no sales de una vez de este sucucho mugriento. Estoy segura que en un futuro te arrepentiras de no haberme seguido esta noche.- Habla mientras camina de un lado a otro a mis espaldas, suspiro quedadamente.
-No me interesan esa clase de cosas.-
-Oh, y te interesa seguir con ese cachivache rastreador de de no se que chisme a venir conmigo, divertirte, y ligar…-
-Exacto.-
Silencio…Por fin, dulce paz.
Las chispas saltan a mis lados mientras voy realizando las conexiones a una placa, bien, ahora solo tengo que tomar el…Hey!
-Maledizione Ann!! Trae aquí!.- aporree las palmas contra el escritorio, incorporándome en un único movimiento mientras fulminaba con la vista a mi hermana.-Merda, merda, merda, no es momento de juegos.-Ella sonrió de lado…de esa maldita forma que parecíamos traer en los genes.
-Ven por el.- Estiro el brazo en lo alto cuando se subió a la litera de arriba.
-Coño, Ann, baja de ahí, Henry puede llegar en cualquier mom.-
-Y que? Mi falda es demasiado corta y tendría vista panorámica?...Si claro, como si fuera a permitirle a ese engendro tener tanar tan buena vista sin pagar.
-Tch..- Gire sobre mis talones y me sente una vez mas, no le seguiría el juego. Lo conocía, la conocía.-Si planeas seguir con esa pose de ramera barata, por mi bien, pero te recomiendo buscar algún Table Dance, al menos el estar ahí te daría algo mas de categoría.-
Un zumbido corto el aire en una micronesima de segundo, y en otra, mi brazo se movio sujetando la punta ardiente del acero del fundidor a escasos centímetros de mi cien. Esos años de entrenamiento con nuestros padres habían servido de mucho, y oh si…eso le habia dolido.
-Hmph.- Le escucho bufar y lanzarse contra el colchon mientras yo continuo con mis cosas.- Amargado.-
-Quiza.-
-Ya te lo dije, ellos están muertos.-
-Al igual que quien era mi hermana, supongo.-
-Salieron en misión hace mas de dos años, si estuvieran vivos, deberíamos tener noticias de ellos.-
-Quiza se estén escondiendo, como lo hace mi hermana del resto del mundo bajo esas ropas de ramera y esos labios vulgarmente pintados de rojo.-
-Olvida eso ya, sea lo que sea que estén o no este haciendo, estamos aquí, estamos vivos, tenemos que seguir adelante.-
-De que sirve seguir adelante si olvidas tu pasado?.-
-Basta!.-
Le oigo moverse, el crujir del metal, esa oprecion “mágica” en mi pecho, esa conexión empática…
-Sabes que incluso un simio puede memorizar hasta 10 dijitos aleatorios, pero el idiota con el que saldrás ni siqueira recuerda el numero de su móvil, verdad? Y sabes también que es de ultimo años y sabes perfectamente bien a lo que van ellos.-
Lo siento Henry, cuando logre hackear las cuentas donde mi padre deposito su dinero, juro que te comprare una litera nueva…quizá dos, ya sabes y te lo he dicho, comer amburguesas los 365 dias del año no es bueno.
-Te he dicho que BASTA!.- Permanesco inmutable, aparentemente sumergido en mi mundo, aunque la verdad es que casi he soldado mi dedo a la placa de cobre. Ella dio un salto al suelo, lo se porque escuche el golpe de sus pies, aunque opacado chirriante sonido del armazón metalico moviéndose a su antojo…no quiero saber que es lo que esta formando, pero algo me dice que me vere obligado a verlo en pos de salvarguardar mi humanidad. Y la oprecion en mi pecho hace arder mis ojos.
Silencio nuevamente.
-Para ti es fácil…-Su voz se escucha ligeramente quebrada, se que es por el nudo en su garganta, esta conteniendo las lagrimas, gracias al lazo que compartimos.- Tu…tu no tienes que hacer anda para…para tener un sequito de furcias tras de ti…Para ser el capitán del equipo, para ser el mejor atleta que ha tenido esta escuela en años y poseer el titulo a la excelencia durante dos años consecutivos...-Trago duro, resulta verdaderamente difícil lidiar con esto. Giro la vista hacia ella, quitándome los goggles y acomodándolos de manera que quede como si me hubiese peinado.
-Per.-
-NO TIENES DERECHO A JUZGARME!.- Cortó mis palabras al igual que una de las patas del deforme camastro, empuñándola y arremetiendo hacia mi.- No sabes lo que es vivir a tu sombra!! Ni sabes lo que significaría para mi alguien me aceptara por como soy!!.- Escapo con un agil voltereta hacia atrás, dejándola destrozar la silla, y me pongo en posición de combate. Tenemos 15 años pero agilidad y reflejos pulidos al máximo.- Ellos están muertos…MUERTOS!...-Una nueva estocada, un nuevo esquive.- Yo tengo que ver a futuro, tengo que tratar de llevar una vida normal, porque ellos me abandonaron. Yo no soy una mutante. Yo NO QUIERO SER UNA MUTANTE!!!.-Uno tras otro sus goles se intensifican.- Ellos me abandonaron, si me quisieran, no me hubieran dejado aquí, no tendría que finguir ser alguien mas, no tendría que finguir que soy feliz aquí, finguir que me interesan estas cosas.- Arranco su collar y lo lanzo hacia mi.- Pero tengo que ver a futuro, tengo que ser lo que no soy, tengo que integrarme a la sociedad para no vivir sola por el resto de mi vida!.-
Vale, ha sido suficiente, le he dejado desahogarse y todo, pero esto sale de nustro presupuesto. Me muevo entre golpe y golpe hacia el demolido guardaropas de la esquina, ha estas alturas a quedado reducido al tamaño de una mesa de noche, tomando impulso lo uso de base dando sun limpio salto por sobre su cabeza, quedando a su espalda, donde le aplico una llave inmovilizándoles los brazos y ejerciendo presión sobre su muñeca hasta que suelta la condenada masa. Nuestra piel cambia su coloración a una grisácea, tornándose luego en un firme metal. Lo sabia, tratatia de safarse usando la fuerza que le confiere su estado biometalico, aunque ella también estaba al tanto de mis acciones, e incluso habría podido esquivar mi agarre.
-Tampoco me hubieran dejado a mi viviendo dia tras dia sin motivo, sin un futuro claro, sin propósito en la vida, sumergido en la rutina de las hormigas mientras alla fuera hay un mundo por explorar, cosas por hacer, por crear. No, ellos no nos han dejado librados a nuestra suerte Anna. Por eso necesitamos este rastreador. Sabemos que no nos dejarían asi como asi. Son nuestros padres, nos aman, y si no han regresador es porque no han podido lo cual me lleva a la conclusión de que han de necesitar ayuda.- Su cuerpo se relaja. Suspiro y la suelto. Ella necesitaba esto.- Ademas, somos hermanos, no estamos solos Annie.-
-Es mas sencillo si tomas el rastreador de Gen X de algún centinela y lo midifcas con los parámetros del ADN-X de mamá. Solo usa la secuencia de nucleótidos desfragmentada de su ADN basura.-
Camina apaciblemente, como si el caos a nuestro alrededor jamás hubiera provenido de ella, dejándome pasmado…Por supuesto! Solo habia que cambiar el enfoque. Durante tanto tiempo me he dedicado a rastrear la señal de nanites de papá, tratando de sortear esas barreras anti rastreo que el levanta, cuando solo debía centrarme en nuestra madre y esa extraña configuración del ADN fragmentado.
Perfecto. Ahora, lo que resta, es colarnos en alguna base y hacernos con alguno de esos chismes…Aunque a veces desearía tener las habilidades de mi padre y simplemente convertir mi cuerpo en uno de esos…
Como sea, la vida nos juega reveses muy duros a veces. Anna por ejemplo, tiene una mente brillante y aptitudes físicas que por mucho me superan, no obstante, al igual que mi madre, todo esto se “activa” desde su interfaz emocional…
En fin, luego de pagar estos destrozos con lo ultimo que nos resta de dinero, tendremos que entrar en acción. Me pregunto si nuetra abuela podría facilitarnos algo de información…Deberia ir a…No, ahora no. Primero esta Anna, algo me dice que no lo está pasando muy bien.
Ella
Y ella cocinaba, y de repente comenzaba a cantar, mal, aunque para él su divertida sonaba como una oda a la alegría. Alegría que le parecía ella provocaba a conciencia cuando pasaban ya demasiado rato serios. Si, era entonces cuando se giraba, coro incluido, hacia él, que la mira como siempre, con esos ojos entrecerrados y la sonrisa, amenaza tentadora, y señal para ella de que su plan iba siendo un éxito. Porque él ya la conocía, y no necesitaba ninguna otra señal para comenzar la siguiente estrofa, que no mucho mejor colmaba los oídos.Entonces ambos sonreían felices, evocando recuerdos a cada silaba, aunque cada una sonara un poco diferente, no por lo desafinados que pudieran ser, sino por aquellas huellas que quedaban tras cruzar fronteras, huellas de media vida a cada extremo del mundo, de personas y cosas dejada atrás, con dolor y sacrificio. Porque la vida no son dos días. Lo que un día fuimos es parte de lo que somos, y parte de lo que somos, seremos en un futuro. Y esas huellas en tu garganta, esas que te dan la tonada, que no puedes quitar aunque quisieras, son parte de tu historia y lo será de quienes la escuchen.
Y a pesar de todo, a pesar de lo recorrido, ella seguía siendo tan ella cuando oía una canción y sin poder evitarlo comenzaba a bailar, y el seguía siendo tan el cuando las fechas del calendario volvían a coincidir y su sangre le llevaba a su tierra.Ellos eran tan ellos aun cuando ese regusto a quemado de la cena inundara sus bocas, y ella, ya habiendo pedido encarecidamente disculpas y él habiéndola encarecidamente disculpado, seguía con esa mirada de “perro que tiro la olla”, como ella prefería decirle. Pero no importa, era algo que nacía inconscientemente, aun sabiéndose disculpada, aun sabiendo que luego, por esa distracción de cantar y dejar la comida quemarse, él le agradecería con creces, aun sabiéndolo todo, ella seguía sin saber cuánto él la amaba y como esa mirada de “perro que tiro la olla”, le causaba tanta ternura.Porque a ella aun le escocía algo en el pecho al verle tan lejos de lo suyo, sin llegar a comprender que lo suyo estaba allí, acompañándolo junto a las huellas en su garganta.
Gracias.
Han llegado!
Mientras la chica de piel clara y pelo castaño intentaba, sin demasiado éxito, calmarlos, una figura más alta salió de la cocina. Su pelo negro a juego con su ropa le daban aspecto de una sombra, y el bulto que tenía en la parte de atrás de la espalda junto a sus fríos ojos no dejaban lugar a dudas. Cerró la libreta negra que estaba leyendo, de mal humor.
El asesino, Cold, miró a la niña, de unos diez años, piel morena y pelo negro, que en su frenesí acababa de chocarse con él. Y apretó los dientes. En su trabajo normalmente era frío y despiadado, sin sentimientos... No estaba hecho para funcionar bien de niñera.- Se acabó. Como no os quedéis quietos y en silencio...- Su movimiento de llevar la mano a la espalda fue detenido por la mano de su compañera, la de pelo castaño y ojos inteligentes, que le tranquilizó prometiéndole que ya sabía qué hacer para que lo pasaran genial.
Apenas habían escuchado eso, los dos infantes volvieron a la sala como centellas y se pusieron a botar en el salón riendo. ¡La prima Rioco iba a dejarles hacerlo! ¡Iba a dejarles! Su ilusión cuando ella abrió la mochila con motivos de Pokémon fue comparable a la que se adivinaba en sus ojos cuando las Nintendo DS se encendieron y juntaron sus cabecitas para centrar su hiperactividad en las dos pantallas. Rioco cogió la suya personal, con un pequeño colgante de un diablillo que le guiñó un ojo y se dispuso a explicarles los misterios de los viejos juegos de pokémon para la DS.
Con un suspiro de alivio viendo que el movimiento se había detenido, Keith Cold volvió a abrir su libro exactamente por la misma página a pesar de que no hubiera marcadores, y volvió a meterse en otra habitación para disfrutar a solas con su lectura.
No había pasado mucho tiempo, Rioco y los niños riendo con los videojuegos y Keith Cold haciendo vaya usted a saber qué en el cuarto cerrado, los dos pequeños alzaron la cabeza al tiempo y se miraron.
Los otros dos no se habían dado cuenta de nada, pero ellos ya lo sabían. De alguna manera, lo habían sentido. Estaban aquí.
Y, cuando sus padres abrieron la puerta, dejaron las DS en el sofá y fueron corriendo a saludarles y abrazarles, seguidos por la chica de pelo castaño y por el joven de negro, que había salido de la habitación.
Y allí estaban: El padre, con una sonrisa de oreja a oreja y abrazando a su mujer, parecía estar a punto de derrumbarse sobre sus piernas de nervios, y la madre, que era igual que la hija mayor, morena y de pelo negro, y que se agachó para darles un beso a cada uno y que abrió un poco el pequeño bulto que llevaba entre los brazos para enseñarles a los tres, y al joven que se había acercado un poco, la joven carita que se asomaba al mundo por primera vez.
Keith Cold |
Rioco Saito |
sábado, 26 de mayo de 2012
Rei
Según va caminando, al amparo de las farolas y los coches solitarios, se cruza con un borracho, al que mira aterrorizado antes de seguir su camino con la cartera apoyada en su pecho.
Tenía que entregar aquello antes de que fuera demasiado tarde. Tenía que hacerlo... Cruzó bajo una ventana abierta haciendo el menor ruido posible. No podían descubrirlo... Si lo hacían le matarían.
Caminó más allá, absorto en sus pensamientos. De todas maneras, se supone que sus superiores le tenían vigilado. Sabían que había salido, y, aunque le mataran, si encontraban su cuerpo entenderían que le habían asesinado. Y tomarían cartas en el asunto. Y cuando los jefes tomaban cartas en el asunto... estaba bien que no las tomaran, al menos. Siguió caminando, sin percatarse de que, tras él, una sombra sutil le seguía.
Su mujer y sus hijos tenían que vivir, ¡claro que sí! El pobre hombre, contable, había creído morir cuando su empresa había caído en la bancarrota, producto de la crisis económica, y no había creído una respuesta hasta que aquél hombre con un anillo en el dedo meñique le había ofrecido trabajar para él.
Siguió caminando, pasando por una farola que estaba estropeada. Aceleró el paso inconscientemente, pero chocó con alguien en la oscuridad y pegó un brinco.
La silueta no estaba clara, así que el contable retrocedió. Intentó pasar, pero la figura le cerró el paso en silencio. Entonces, empezó a retroceder. Y la figura avanzó, hasta que ambos entraron en el círculo de luz.
El joven, de apenas unos veinte años, pelo negro y mirada helada, llevaba un chándal negro, pero no parecía querer esconderse de él. Y tampoco habló con él. El hombre, temblando, sacó el revólver que le habían dado, y gimió que se apartara de él. Sin embargo, el chico no hizo ademán de moverse.
El contable disparó.
Las balas se perdieron en la oscuridad, el chico había desaparecido. Entonces oyó una voz a sus espaldas.
¿Saben tus jefes por cuánto dinero podrías vender esto en el mercado negro?- El filo de un cuchillo se apoyó en su garganta. ¿Y lo que necesitan ese dinero en tu familia?- Deberían tener un ojo en tus salidas nocturnas, ¿verdad? No sea que te... escapes.
"Informamos de la desaparición anoche de un contable, de cincuenta y tres años. Su foto es la que aparece a mi derecha, desapareció anoche alrededor de las 3 de la mañana. Sufre esquizofrenia paranoide y podría resultar peligroso. Se ruega a los televidentes que le identifiquen que contacten con el número que aparece en pantalla..."
En la sala del bar, con poca gente desayunando o hablando con los amigos, un hombre con traje miraba las noticias desde una esquina cuando un joven de pelo negro y ojos fríos se sentó a su lado con una cartera de color negro.- Están haciendo un numerito enorme para encontrarlo, ¿no crees?- Dijo el anciano mientras se tomaba su café. El chico, de apenas veinte años, le pasó la cartera.- Abuelo, debes dejar de ser tan descuidado. Te has vuelto a dejar la cartera en casa. Y ese pobre hombre seguramente se haya vuelto loco y haya pensado que alguien le perseguía.- El hombre pareció sorprenderse en su impecable traje negro al oír el comentario del chico, pero luego recuperó la compostura.- Tienes razón, seguro que lo encuentran alguno de estos días. En fin, gracias por la cartera... no sé qué habría hecho en el trabajo sin él. Toma una propina, anda.- Con la mano tapándolo, le pasó un billete al joven, que se lo guardó en su chándal negro. -¿Quieres desayunar conmigo?
- Oh, no, tranquilo... mamá me está esperando.- El chico se levantó y comenzó a irse. El anciano le despidió una vez más.
- buen trabajo... Keith Cold.
viernes, 25 de mayo de 2012
El dragón.
Monstruos!
Y entonces fue cuando los vio. Amarillos, cortados por una única línea que la miraba fijamente, los ojos se abrieron entre las sombras. Iluminándose como tétricas luciérnagas. Retrocedió, su piel morena empalideció mientras caminaba hacia atrás. Pero en un sitio como aquél no había escapatoria posible. La joven, aterrada, dio con su espalda en un árbol seco, y no tuvo más remedio que aceptar lo que estaba viendo. Los ojos, sonriendo maliciosos, salieron a la luz de la luna. Monstruos retorcidos, cuya apariencia entraba de lleno en su imaginación aún infantil y hacía resonar viejos terrores, avanzaron entre la hojarasca con sus patas deformes, rodeándola. Monstruos de pesadilla, sus dientes brillantes como el acero contrastaban con sus ojos amarillos. Sus labios deformes se abrían mostrando las preciosas dentaduras que parecían buscar su joven y morena carne, y pronto, se dio cuenta de que ella sería la cena. Según se iban acercando, miró en derredor, intentando encontrar algún atisbo de salvación.
Y salió corriendo.
Sus pies descalzos se hundían en la tierra y sus piernas se herían con las ramitas que golpeaban. Pero ella no sentía nada de eso. Los sentía. Los sentía perseguirla. Aterradoras criaturas de la noche.
Hambrientas criaturas de la noche.
Ella trató de darles esquinazo, sin embargo en la oscuridad de la noche, tan solo iluminada por la luna, todas las sombras parecían tener ojos y todos los árboles parecían ser iguales.
Pero siguió corriendo.
Los jadeos de los demonios, salivando de la emoción, ya se podían oír tras ella, sus patas deformes golpeando el suelo.
Cansada y herida, la joven llegó a un callejón sin salida. Una roca gigantesca le tapaba el camino. La tierra se hacía montaña en el peor lugar posible. Y ella estaba acorralada. Escapar era inútil.
Como si fuera una cría de león en un cementerio de elefantes depredada por las hienas, la joven morena miró a su alrededor.
Los depredadores habían llegado. Con gruñidos bajos, disfrutaban del momento. Salivando. Observándola consumirse de terror.
Iba a morir.
¿Sabes esos momentos en la vida en los que todo te sale mal y no sabes qué hacer para salir de allí? ¿Esos momentos en los que necesitas un ángel que te saque del Pantano de la Tristeza?
Pues ese, era un buen momento para que hiciera su aparición.
Los demonios, hambrientos, no se hicieron de rogar, y, con un rugido, se lanzaron a por su presa.
La mesa estaba servida.
La suerte estaba echada.
Y entonces fue cuando lo oyó.
Viento revolviéndole el negro cabello.
Y el grito emocionado que tantas veces había oído.
Una figura más bien corpulenta se encontraba de espaldas a ella. Una figura que conocía muy bien, con una patada voladora, acababa de derribar al demonio. Y, con un gesto de determinación, le sacó el pulgar con la pose del tipo guay.
Observó que llevaba algunas cosas en el brazo, y antes de que los demonios se pudieran recuperar, las utilizó. El traje, la máscara, la capa... Cuando quisieron lanzarse de nuevo a por ellos, el enmascarado estaba repartiendo al ritmo de una música ciertamente ridícula que no pudo hacerla por más de sonreír.
Cuando el último demonio golpeó con su feo cráneo el suelo, el extraño le hizo de nuevo la pose, y, sin decir una palabra, acabó con el demonio que a duras penas, intentaba atacarle por detrás.
Una vez vencido el problema, con insultante facilidad y aquella ridícula musiquita salida de una serie Super Sentai, el enmascarado volvió a lanzarse hacia el peñasco de donde había salido, desde donde le iluminó una luz cenital bañando su silueta de blanco, y provocando el ondear de su capa mientras ella aplaudía animada.
Los fuegos artificiales tras él hicieron el resto. Allí estaba, su ángel de la guarda, el caballero de la justicia. Listo para acabar con los malos en cualquier momento y en cualquier lugar.
- Oye, oye, que ya has abierto los ojos, que te he visto. ¡No me voy a creer que estés dormida! La musiquita volvía a empezar, proveniente de un pequeño altavoz conectado a su despertador. La pequeña se estiró como un gatito y retiró las mantas, para dejar que su madre la abrazara y le diese el beso de buenos días.- ¿Y bien? qué estabas soñando? Veo que te has levantado de buen humor.- Y, con una sonrisa en la cara, la pequeña se lo contó. Le contó cómo, todas las noches en las que le acechaban los monstruos más terribles y los malos salían del armario y bajo la cama para acabar con ella... ¡su héroe llegaba de mil y una formas distintas, ya fueran cómicas o solemnes, para salvarla de toda adversidad! Cuando abrazó a su madre, feliz ya desde la mañana, pudo verlo, apoyado en el dintel de la puerta y con su media sonrisa colgando de la boca como siempre. Porque ella sabía que, aunque creciera y se hiciera mayor, su padre siempre sería su héroe, siempre acabaría salvándole de sus pesadillas. Los dos lo sabían. Y eso le hacía feliz.
miércoles, 23 de mayo de 2012
El Arce.
Los pasos solitarios aplastaron el césped un poco más. Aún verde, la hierba palidecía. La figura de negro se adentró en el jardín, en el pequeño pedazo de pradera que había construido allí para ellos. Observó las hojas de raigrás, aún tiernas. Los dientes de león, cuyas semillas ya habían volado hacia ninguna parte.
El arce, que, con sus hojas rosáceas, parecía presidir el pequeño círculo paradisíaco.
El lugar, solitario en la nada, parecía iluminado por un débil sol primaveral, que era agradable sin llegar a deslumbrar, y caliente sin llegar a quemar.
Sonrió una vez más, evocando lo que allí había pasado, un rato antes.
El mantel a cuadros rojos y blancos. Las risas. La comida que todos habían podido disfrutar.
Un día perfecto. Un día perfecto, en medio de la nada. Aún lo recordaba vívidamente. Por una vez, los había reunido a todos. Personas que de otro modo jamás se habrían visto, habían compartido una velada inolvidable.
Y él, por una vez, había sido completamente feliz.
Pero lo bueno, si breve, dos veces bueno, dicen. Y todo lo bueno tiene que acabarse.
La pequeña isla pintada en medio del blanco se fue desdibujando. La hierba se decoloraba, desapareciendo poco a poco. Brizna a brizna.
El árbol, en el centro, aún resistía los embates del guardado.
Por mucho que nos pese, los buenos momentos terminan, y los decorados perfectos han de volver al baúl. Pero, pensó sonriendo, los recuerdos quedan.
Para siempre.
Solo un pequeño círculo de hierba rodeaba al arce japonés, que se empezaba a secar. No le gustaba aquello, no le gustaba borrar aquél lugar que le había hecho tan feliz... pero las cosas tenían un orden ineludible.
El rosa de las hojas del arce se fue extinguiendo, y su tronco fue desvaneciéndose en el blanco de fondo. Y, pronto, no quedó nada más que una pequeña plantita. Dos o tres hojas decoraban su ápice.
Y entonces, él tomó una decisión.
Con infinita delicadeza, se agachó posando una rodilla en el suelo blanco invisible y tomó la ramita con su mano derecha.
Todos los buenos momentos se acaban, es verdad.
Pero, si han sido realmente inolvidables, no se acaban del todo. Nunca.
Siempre queda una pequeña ramita, una pequeña reminiscencia de aquello que un día fue.
Siempre queda algo, que nos de la posibilidad de volver al pasado. De revivir aquellos momentos.
Que nos de la posibilidad de ser felices de nuevo.
domingo, 6 de mayo de 2012
Kanae
Ella corría por el callejón. Tenía que correr, o aquel monstruo la alcanzaría. Un monstruo salido de sus peores pesadillas, su forma humana no oculataba su verdadera naturaleza, así como su modus operandi.los callejones eran sucios y estrechos. Por allí no encontraría salida alguna, y poco después, aterrada contra la pared, oyó los pasos del depredador. Sabía que ella acabaría así, que se perdería. Con una sonrisa, alzó el cuchillo, y...
El arma cayó en un charco mentras el cuerpo del maleante golpeó el contenedor a su espalda, impulsado por una fuerza invisible. La mujer, encogida, miro a todas partes, buscando a su salvador. O salvadora.
Y la encontró. Las encontró.
Sobre uno de los tejados bajos de las casuchas de los lados, dos figuras adolescentes se erguian orgullosas. La lluvia no dejaba ver sus rasgos, pero achicando un poco los ojos pudo ver que las dos eran chicas, con sendos chubasqueros. Una de ellas, con el pelo largo y castaño, sonreía confiada. Parecía ser la mayor. A su lado, y con un gorro por la frente una chica pelirroja también intentaba aparentar coraje. La mujer les dio las gracias, sin percatarse de los hilos transparentes que se movían por el aire. Otro día más, kanae y rioco habían salvado la situación!
- Jajaja, me gustan mucho las historias de esas dos, son muy diver!
- pues ya verás cuando mañana te cuento la que le liaron a su profesora Jean...
- sí? Jajaja, estoy impaciente!
- Recuerda, kanae te protege por las noches y no quieres enfadarla, verdad?
La niña esbozó una sonrisa de oreja a oreja. -Pues claro que no! Jajaja ya me voy a dormir!
- Eh, eh,, eh. Primero el beso.
- Eh? Ah, claro! Buenas noches, papá.
El, devolviendoselo, sonríe con infinito cariño. Le amo.
Sin percatarse de mi presencia, sale de la habitación en silencio, es genial inventando historias para los peques.
Como de costumbre, parece guiñarle el ojo a algo al pasar. Cuando desaparece en la sala de estar, sonrió y me deslizó hacia ahí yo también. No puedo evitar echar una mirada al rincón... Y, con una muda sorpresa, descubro a una niña pequeña, de no más de 10 años. Su uniforme de colegio y su faldita están inmaculads, y su piel es blanca. Se cubre el pelo rojo con un gorro azul, y sus verdes ojos acompañan a su sonrisa. Parece querer decirme: "cuida de él, vale? Te lo dejo a ti". Tras unos instantes de sorpresa, le devuelvo la sonrisa. Tranquila, kanae. Lo cuidaré. Lo cuidaré por ti igual que tú lo harías.