domingo, 27 de mayo de 2012

Han llegado!

Los niños corrían de aquí para allá por toda la casa, a pesar de los frenéticos intentos de la joven de piel clara que intentaba detenerlos. Sus nervios estaban a flor de piel, y su natural predisposición a... moverse, bastaban para que fueran dos centellas que se movían entre los muebles parloteando y hablando sin parar. ¡Ya quedaba poco! ¡Ya estaban allí! Quedaba poco para el momento... en cualquier momento la puerta se abriría! Los dos pequeños no podían parar quietos ni un momento. Seguramente sería el más importante de sus cortas vidas!

Mientras la chica de piel clara y pelo castaño intentaba, sin demasiado éxito, calmarlos, una figura más alta salió de la cocina. Su pelo negro a juego con su ropa le daban aspecto de una sombra, y el bulto que tenía en la parte de atrás de la espalda junto a sus fríos ojos no dejaban lugar a dudas. Cerró la libreta negra que estaba leyendo, de mal humor.

El asesino, Cold, miró a la niña, de unos diez años, piel morena y pelo negro, que en su frenesí acababa de chocarse con él. Y apretó los dientes. En su trabajo normalmente era frío y despiadado, sin sentimientos... No estaba hecho para funcionar bien de niñera.- Se acabó. Como no os quedéis quietos y en silencio...- Su movimiento de llevar la mano a la espalda fue detenido por la mano de su compañera, la de pelo castaño y ojos inteligentes, que le tranquilizó prometiéndole que ya sabía qué hacer para que lo pasaran genial.

Apenas habían escuchado eso, los dos infantes volvieron a la sala como centellas y se pusieron a botar en el salón riendo. ¡La prima Rioco iba a dejarles hacerlo! ¡Iba a dejarles! Su ilusión cuando ella abrió la mochila con motivos de Pokémon fue comparable a la que se adivinaba en sus ojos cuando las Nintendo DS se encendieron y juntaron sus cabecitas para centrar su hiperactividad en las dos pantallas. Rioco cogió la suya personal, con un pequeño colgante de un diablillo que le guiñó un ojo y se dispuso a explicarles los misterios de los viejos juegos de pokémon para la DS.

Con un suspiro de alivio viendo que el movimiento se había detenido, Keith Cold volvió a abrir su libro exactamente por la misma página a pesar de que no hubiera marcadores, y volvió a meterse en otra habitación para disfrutar a solas con su lectura.

No había pasado mucho tiempo, Rioco y los niños riendo con los videojuegos y Keith Cold haciendo vaya usted a saber qué en el cuarto cerrado, los dos pequeños alzaron la cabeza al tiempo y se miraron.

Los otros dos no se habían dado cuenta de nada, pero ellos ya lo sabían. De alguna manera, lo habían sentido. Estaban aquí.

Y, cuando sus padres abrieron la puerta, dejaron las DS en el sofá y fueron corriendo a saludarles y abrazarles, seguidos por la chica de pelo castaño y por el joven de negro, que había salido de la habitación.
Y allí estaban: El padre, con una sonrisa de oreja a oreja y abrazando a su mujer, parecía estar a punto de derrumbarse sobre sus piernas de nervios, y la madre, que era igual que la hija mayor, morena y de pelo negro, y que se agachó para darles un beso a cada uno y que abrió un poco el pequeño bulto que llevaba entre los brazos para enseñarles a los tres, y al joven que se había acercado un poco, la joven carita que se asomaba al mundo por primera vez.

Keith L. Cold A.K.A Rei
Keith Cold
Rioco Saito

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