Ella corría por el callejón. Tenía que correr, o aquel monstruo la alcanzaría. Un monstruo salido de sus peores pesadillas, su forma humana no oculataba su verdadera naturaleza, así como su modus operandi.los callejones eran sucios y estrechos. Por allí no encontraría salida alguna, y poco después, aterrada contra la pared, oyó los pasos del depredador. Sabía que ella acabaría así, que se perdería. Con una sonrisa, alzó el cuchillo, y...
El arma cayó en un charco mentras el cuerpo del maleante golpeó el contenedor a su espalda, impulsado por una fuerza invisible. La mujer, encogida, miro a todas partes, buscando a su salvador. O salvadora.
Y la encontró. Las encontró.
Sobre uno de los tejados bajos de las casuchas de los lados, dos figuras adolescentes se erguian orgullosas. La lluvia no dejaba ver sus rasgos, pero achicando un poco los ojos pudo ver que las dos eran chicas, con sendos chubasqueros. Una de ellas, con el pelo largo y castaño, sonreía confiada. Parecía ser la mayor. A su lado, y con un gorro por la frente una chica pelirroja también intentaba aparentar coraje. La mujer les dio las gracias, sin percatarse de los hilos transparentes que se movían por el aire. Otro día más, kanae y rioco habían salvado la situación!
- Jajaja, me gustan mucho las historias de esas dos, son muy diver!
- pues ya verás cuando mañana te cuento la que le liaron a su profesora Jean...
- sí? Jajaja, estoy impaciente!
- Recuerda, kanae te protege por las noches y no quieres enfadarla, verdad?
La niña esbozó una sonrisa de oreja a oreja. -Pues claro que no! Jajaja ya me voy a dormir!
- Eh, eh,, eh. Primero el beso.
- Eh? Ah, claro! Buenas noches, papá.
El, devolviendoselo, sonríe con infinito cariño. Le amo.
Sin percatarse de mi presencia, sale de la habitación en silencio, es genial inventando historias para los peques.
Como de costumbre, parece guiñarle el ojo a algo al pasar. Cuando desaparece en la sala de estar, sonrió y me deslizó hacia ahí yo también. No puedo evitar echar una mirada al rincón... Y, con una muda sorpresa, descubro a una niña pequeña, de no más de 10 años. Su uniforme de colegio y su faldita están inmaculads, y su piel es blanca. Se cubre el pelo rojo con un gorro azul, y sus verdes ojos acompañan a su sonrisa. Parece querer decirme: "cuida de él, vale? Te lo dejo a ti". Tras unos instantes de sorpresa, le devuelvo la sonrisa. Tranquila, kanae. Lo cuidaré. Lo cuidaré por ti igual que tú lo harías.
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