martes, 14 de octubre de 2014

Para mi compañera

A Rioco :3

No sé si puedo decir algo especial de ti, o resumir en una palabra (o incluso en una frase) tres años de relación. Tal vez no haya palabras lo suficientemente importantes, lo suficientemente profundas, para definirlo, pero quiero creer que, aunque no es exacta, una de ellas puede servir: Compañera.

Porque, a grandes rasgos, eso es lo que eres. Parece una palabra pequeña, pero sin embargo, creo que es la que mejor lo consigue: Hace tres años (qué lejos parecen aquellos tiempos, no?) que nos encontramos, dos personas a las que les gustaba jugar al rol por foro y hacer tonteras por la cb, como "cantar" el opening de digimon a voz en grito xP. Hace tres años, no sabría decir qué fue exactamente lo que hizo que nos fijáramos. Tal vez no fuéramos nosotros. Tal vez fueran Kanae y Rio, que vieron la oportunidad y se estrecharon la mano, preparándose para hacer la travesura más grande del mundo y hacer que para sus creadores aquello no fuera un personaje más, un foro más.
Pero, aunque no sé qué ocurrió en un principio, sí te recuerdo entonces. Recuerdo a una chica feliz y alegre, aunque tuviera problemas en su día a día, aunque tuviera que manejar todos los días un huracán de 15 kg que en lo único que no pensaba era en detenerse quieta un momento. Recuerdo que esa chica, aún con su vida complicada, aún con sus preocupaciones, se fijó en mí, y me miró.
Y resulta que era lo que yo necesitaba en ese momento. Me escuchó, me sonrió e hizo fácil que yo le fuera contando mis tonteras una y otra vez. Vivencias que no iban a ninguna parte, experiencias que habían pasado hace quién sabe qué... Recuerdos, simplemente, que nunca habían tenido una ocasión de ser escuchados.
Tal vez no parezca mucho, pero era lo que necesitaba en aquel momento. Y pronto la corriente empezó a fluir en los dos sentidos. hasta que nos dimos cuenta de que, de alguna manera (yo aún no recuerdo cómo fue), me sentía en casa cuando me dabas la bienvenida, aunque a mi alrededor, todo estuviera oscuro y no hubiera nadie que me viera. Eran las cuatro de la mañana y había pasado frío cuando volvía de estudiar en la biblioteca. Y tú calentaste mi corazón. Lo calientas a diario.

Eres mi compañera, porque no eres sólo mi pareja, no es como si estuviéramos en un pequeño equilibrio que cualquier fallito puede romper. Los dos nos equivocamos, sí, y lo hacemos mucho. La liamos una y otra vez, y en lo mismo, aunque sabemos que está mal. Los dos somos débiles, en cierto aspecto. Pero precisamente ahí es donde somos compañeros. Ahí es donde nos sacamos a cada momento del apuro, donde nos vamos apoyando y enseñando una y otra vez lo mismo. Y no lo aprendemos y volvemos a liarla, y da igual porque, aunque nos fastidiemos y molestemos en el momento, volvemos a enseñarlo pacientemente.

Eres mi compañera porque sé que, cuando tengo un problema, es en ti en quien primero pienso. Es a ti a quien antes se lo confío.

Sabes, creo que diferimos en varias cosas. Tenemos personalidades fuertes, y muchas veces chocamos. No hay manera de que pudiéramos funcionar, pero aún así, ahí estamos. Llevamos tres años ahí estando, y los dos hemos ido evolucionando y creciendo. Hace tres años, antes de conocernos (antes de conocernos bien) probablemente ninguno nos habríamos visto como hoy. Yo, seguramente, no lo habría hecho. Me habría reído de incredulidad.

Pero es cierto. Aquí estoy. Y tengo a mi lado a mi compañera, una compañera que es la más hermosa que conozco, una compañera a la que le encantan las tonteras, una compañera con un interruptor para cambiar a modo adulta cuando hay cosas que le importan.

Desde el principio, el mundo pareció condenar nuestra relación, y aún hoy, tenemos kilómetros y kilómetros de obstáculos. Sé que es difícil, y tú también lo sabes, pero seguimos aquí. A pesar de todo eso, seguimos aquí, tres jodidos años después, dándole zarpazos al mundo y diciéndole "no nos importa cuánto hayas puesto entre nosotros, nos amamos y eso es lo que importa."

También he pensado muchas veces en cómo cambiarán las cuentas una vez estemos juntos xDD Y bueno, en realidad no tengo una idea global, pero creo que mi fb será mucho más alegre y habrá más fotos con tonteras. Y sé que en mi foto de perfil no habrá una sola persona. Habrá tres. O dos, al menos, si la tercera no quiere posar.

Estoy feliz de que me escucharas cuando lo necesité, de que estuvieras ahí para mí.
Estoy feliz de que me dieras alguien para compartir las tonteras que me salen en la cabeza (?)
Estoy feliz de que me hicieras crecer (en ambos sentidos e.e). Estoy feliz de que seas mi compañera.

Gracias por ser como eres conmigo.

Te amo, compañera.

Perdón por tardar tanto en dártelo, no sabía cómo arreglarlo para que se pareciera a ti ^^U

miércoles, 31 de julio de 2013

Maratón Lectora (II)

Pues bien, según las reglas yunrecordatoriodechels  ahora toca redactar mis experiencias en plan "qué hemos aprendido con esto" (?)

Pues bueno, comencemos con que yo soy tan guay que vivo antes que todos los demás, y como tal empecé con La Isla Misteriosa (Julio Verne) un día antes. A pesar de eso no leí un rato del viernes para compensar (??) y lo acabé ese día o más bien en la madrugada del sábado.

Sobre el libro: Tiene unas 190 páginas (192 para ser exactos) y trata sobre una serie de fugitivos de la guerra civil de Estados Unidos (la de Secesión) en la década de 1860, que se fugan en globo aprovechando una tormenta, la cual va a dejarles en una isla perdida en la inmensidad del Pacífico situada tropecientas millas más al sur. Allí, los fugitivos, con el ingeniero Ciro Smith a la cabeza, tienen que aprender a sobrevivir y, más allá, lograr hacer un lugar adecuado para vivir, aprovechándose de los recursos de la isla, además de desentrañar el extraño misterio que parece rodear a la isla.

Para decir algo más del argumento tendría que soltar Spoilers, y eso no está bien aunque se haya escrito hace la tira.
Creo que, al margen de los errores/huecos argumentales que tiene, no es un mal libro, ahonda en las tareas que tienen que hacer los colonos y cómo se las ingenian para conseguir sus comodidades más allá de su supervivencia, aunque también es cierto que muchas veces presta más atención a procesos menos complicados mientras que otros (la obtención del explosivo) lo narra como si fuera lo más fácil del mundo.
También me gusta porque se mencionan otros libros del autor, dándoles continuidad e identificándose con el resto de su obra, aunque como ya he dicho tiene unos cuantos errores, esta vez en lo referente a la cronología y en los años en que se sitúa la acción

El otro libro que he leído es El Fantasma de la Ópera, de Gaston Leroux.
Es mi libro favorito y como tal me lo he leído varias veces, y su trama comienza con una joven cantante de ópera en París, Christine Daaé, que súbitamente tiene una escalada de talento, gracias, aparentemente, a las clases de un ser invisible de existencia paralela a la leyenda intrínseca de la ópera en la que todo el mundo parece conocer al Fantasma, que se pasea a sus anchas por la ópera haciendo de ella su imperio. La historia toma la mayor parte del tiempo el punto de vista del vizconde de Chagny, un amigo de la infancia de Christine y sus intentos (no siempre exitosos) de ahondar en el misterio.

Si es mi libro favorito, desde luego no es por los buenos, lógicamente, ya que al igual que otras novelas de terror/góticas y de romance (como Drácula que me lo había terminado justo antes) todos los buenos son virtuosísimos y de unos sentimientos muy puros, y sobre esa base angelical se asientan los demás rasgos de su personalidad, siempre manteniendo el mismo tono que te hace preguntarte si no estás leyendo un romance (aunque El Fantasma... tenga su parte de romance). No, si es mi novela favorita es por el malo, bastante más profundo y atormentado que los buenos. Arquitecto, ilusionista, músico, asesino... Unas características que habrían hecho del Fantasma alguien realmente importante si no hubiera ido acompañado de un aspecto como el que se nos muestra, lo que le condiciona toda su vida.

Y hasta aquí mi opinión de los dos libros que me he leído en La Maratón Lectora II, en la que he aprovechado para tener una excusa para coger un ligro en cualquier momento y enfrascarme en su lectura.

Nos vemos!

lunes, 22 de julio de 2013

Maratón Lectora

Bueno, ha pasado tiempo desde la última entrada que escribí, una entrada que molaba bastante, todo hay que decirlo, y había dejado el blog bastante abandonado. Y no es para escribir otra historia por lo que hoy vuelvo a escribir si no como entrada para la Maratón Lectora (2), organizada por Chels y cuyas bases están AQUÍ, para quien quiera leerlas.

Paso, entonces, a mostrar la lista de libros que tengo intención de leer, que básicamente es un mínimo pero que espero aumentar (lamentablemente he perdido mucha práctica desde mis tiempos realmente lectores, algo que acuso en gran medida T_T)

El Fantasma de la Ópera 
(Gaston Leroux)

La Isla Misteriosa
(Jules Verne)


Sip, me ha dado por libros antiguos, y de hecho, ahora me estoy leyendo Drácula (Bram Stoker, digo "no" a las imitaciones [?]) y pretendo leerme Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas.

Y creo que nada más, tampoco espero que lea la entrada mucha gente pero bueno xD ya estoy acostumbrado a ello. Y ahora os paso el Banner de la Maratón Lectora que espero (también hace mucho que no escribo en blogger así que a ver si no la lío) que redireccione a la entrada xDDD



Vémonos... Kithas!

sábado, 8 de diciembre de 2012

Historias


La puerta, oxidada en algunas partes, se abrió con un chirrido, y una cabellera  castaña se asomó a la oscuridad de la noche.- Es muy tarde y estoy retirada. Lárguese.- Sin embargo, la otra persona, con un enorme abrigo y capucha y bufanda, embozada, no se iba a ir de allí tan fácilmente.- He recorrido demasiado mundo como para desistir ahora,- Dijo con determinación.- Rioco.- La moradora de aquel tugurio abrió los ojos del todo, sorprendida por aquél timbre que hacía tanto tiempo no oía. Los ecos de una infancia feliz resonaron en los recovecos de su mente, y abrió un poco más la puerta para dejar pasar a su visitante.- ¡Tú! ¿Qué haces aquí?- dijo sin enfado, simplemente sorprendida. Cuando la puerta se cerró con otro chirrido, la joven se quitó la bufanda y la capucha, dejando ver una melena de color rojizo, rematada por unos cuernos apenas visibles.- Las cosas están peor que nunca.- dijo, bajando sus hermosos ojos verdes.- Eso he oído.- Con unos vaqueros viejos y una camiseta sucia, Rioco retiró una masa enorme de cosas sin identificar del sofá e invitó a Kanae a sentarse mientras ella se dirigía a una especie de cocina que había en la misma habitación. Ésta negó con la cabeza.- No puedo estar mucho tiempo aquí. Ya me habrán detectado y me estarán buscando. Quería pedirte…- Vaciló unos segundos, apretando los dientes.- Necesitamos tu ayuda, Rioco.  Por favor. Revan y Charlie han desaparecido. Jaguar ha tenido que hacerse cargo de sus hijos, y ya quedamos tan pocos… Pronto ellos dominarán todo.- La morena dejó las tazas humeantes en la mesita, apagando la televisión, con aquél videojuego de la serie ninja del momento al que estaba jugando- las aventuras del silencioso Magakaru!-  y puso los brazos en jarras.- ¿Cómo me has encontrado? ¿Ha sido esa vieja, verdad? Kula… Me da igual. No pienso hacer nada. Me gusta cómo está Tokio.- Dijo con firmeza, aunque las dos sabían que no era verdad. Antes de llegar allí, Kanae había tenido que vérselas con un Carroñero, un mutante antropófago de los que empezaban a proliferar en las grandes ciudades. De color oscuro y mente más oscura todavía, hacían un buen servicio a los verdugos que intentaban acabar con su raza. Unos traidores. Ese se había llevado su merecido. Su máscara ahora yacía rota en alguna callejuela de la ciudad japonesa.
Por su parte, Rioco sabía que no podía durar para siempre en aquél viejo piso de la zona antigua. Pronto, los Centinelas decidirían que también era una amenaza y querrían deshacerse de ella. Pero no era todo tan fácil. Ambas recordaban las discusiones como si fuera ayer, aunque hubieran pasado años.
“¡Pero no entiendo por qué no quieres venir!” Gritaba Kanae. Rioco, encarada a ella, estaba más serena, al menos en apariencia. Una fría cólera se extendía por sus miembros. “Este mundo está podrido, Kanae. Humanos… mutantes… qué más da. Todos son igual. No pienso ayudar a los que lo único que quieren es ganar por la fuerza. Tú lo sabes mejor que nadie” Sin embargo, Kanae respondió. “¡No queremos imponernos por la fuerza! Solo nos estamos defendiendo. Sólo queremos recuperar… Lo que es nuestro” “Mírate” le espetó Rioco. “Esas ideas son las que están mal! Esas ideas que ha metido ese monstruo de Tribulation. Y pensar que ahora lo defendéis cuando hace unos años era la principal amenaza sobre la tierra… Mientras esa sea vuestra postura, señorita Godall, nunca estaré en vuestro bando!”

...En vuestro bando”- Repetía Rioco a media voz. – Los hombres mandaban en el mundo, y, sí, se les fue la mano. Pero vosotros les escupisteis en la cara y esperasteis quedar impunes. Le tirasteis una piedra al lobo y queríais que no os mordiese… Y os ha mordido hasta el hueso. No voy a ayudaros, Kanae. Es mi última palabra. Puedes decírselo a Kula y a todos.- Kanae notó como un peso adicional se venía sobre sus hombros. Pero sabía que una decisión así no podía revocarla, no tal y como estaban las cosas. Las ideas de Rex eran más radicales que nunca, como radical era el enemigo al que se enfrentaban.-… Me alegro de que estés bien.- Dijo Rioco sorpresivamente, mirando a otro lado. Los de las discusiones no eran los únicos recuerdos que le venían a la mente al ver a la pelirroja. Y sabía que a ella también le pasaba igual. Sintió deseos de decirle que abandonara todo aquello, que se quedara con ella, que olvidase la lucha y los dejase matarse entre ellos… pero, al igual que su amiga, sabía que aquello sería inútil. – Ya nos veremos…- Dijo Kanae con una sonrisa triste.- Gracias por el café.- Y, con un suspiro, cerró la puerta oxidada con un crujido.

La pelirroja se acercó a la casa, en Seattle. Hacía mucho que no pasaba por allí, pero todo seguía como lo recordaba. Salvo que nevaba.

Abrió la puerta de la casa, en silencio. Se oyó una voz lejana.- ¿Quién está ahí? Voy armado.- Sin embargo, Kanae no se amedrentó. Era un amigo suyo, un amigo de hacía mucho, mucho tiempo.
La silla de ruedas se detuvo en la puerta, y el hombre bajó el arma.- Eres tú.- Dijo sin ápice de una sonrisa.- Fuera de mi casa.- Ella lo miró, con tristeza. El arma seguía apuntando, aunque en su regazo.- Keith, yo…- ¿No me has oído? Eres un monstruo. Y los monstruos no pueden estar aquí.- Kanae lo miró, con tristeza.- No puedes pensar eso, Keith… no, tú no…- Sin embargo, lo pensaba. Con el ceño fruncido.- Todo lo que me ha pasado, todo esto,- le dio un golpecito con la mano a la silla.- Es cosa tuya, Godall. No puedo pretender que no me importa. Te odio. Largo de mi casa.- Los ojos de la pelirroja se anegaron en lágrimas.- Por favor, Keith… No digas eso…- Si no quieres irte, entonces quédate. Tendré que matarte. Las Patrullas me darán una buena recompensa por una rebelde.- Dijo él con voz fría, entre sus sollozos. Ella apenas lo escuchaba, se había cubierto la cara con las manos y luchaba por buscarle un sentido a todo aquello. ¿Por qué? Incluso él, que había sido su fuerza y su apoyo moral durante todo aquél tiempo, ¿Por qué tenía que…?

El sonido del disparo retumbó en el pasillo. Pero no ocurrió nada más. Ni un ahogado gemido y un cuerpo cayendo al suelo. Ni nada.

Kanae se quitó las manos de los ojos, para ver al ser que se interponía entre ella y el pistolero. Los enormes cuernos y la piel dura no dejaban lugar a dudas. ¿Un demonio? - Sabéis, puede que ella tenga algo de demonio…- dijo una voz a sus espaldas.- Pero realmente creo, que los monstruos sois vosotros!- De repente, el resonar de aquella voz, una voz conocida, le hizo volver a la realidad. La calle tokiota volvió a aparecer ante sus ojos, y una cazadora negra golpeaba al mutante traidor que había intentado reducirla para ganarse el perdón de los verdugos. Todo aquello había sido una ilusión. Rioco se volvió hacia ella, sonriente, y cuando sus ojos se encontraron, Kanae se dio cuenta de que no la había abandonado. Como cuando se conocieron, nunca la abandonaría.
-          ¿Es interesante eso que estás leyendo?- Le dijo el enmascarado. Anna cerró el libro rápidamente.- Me entretiene. Habla de gente con sentimientos. Sentimientos que nunca podremos tener.- Dejando el cómic, cuya portada estaba decorada con una X bien grande que formaba parte del título, en una mesita, Anna se levantó. Su uniforme se ajustaba perfectamente a sus formas femeninas, algo de lo que el hombre que tenía al lado y lo había diseñado era perfectamente consciente y que atraía la atención de muchos otros hombres. Mas no de él.
Zero movió el traje para acomodárselo. De color negro, sin arrugas o pliegues, era muy parecido a un traje de motorista o un traje de combate. – Pues tendrás que seguir ilustrándote luego. Ahora tenemos que salir.- La misión requeriría toda su atención, se dijo Anna. Sabía perfectamente de qué se trataba. Aquella organización… Aquella organización, el Nuevo Sindicato, que se había opuesto radicalmente a los principios de Rantei desde su primer encuentro. Exactamente igual a como ocurría en el cómic.

Y en aquella organización, compuesta por igual de contratistas, humanos y Dolls, había uno, bastante famosete, que se llamaba Bunker. Al menos, así le decían. Un hombre de piedra, capaz de destrozar puertas blindadas y abrirse paso hacia su objetivo o resistir varios megatones de potencia.
Su adversario perfecto.
No podrían hacerlo sin ella. ¿Quién sería más duro de los dos?
Rioco casi mordía el cojín, con los ojos fijos en la pantalla, mientras el pelo rubio del personaje, tan parecido al suyo, se movía por la pantalla.- Rioco, deberías dejar de ver esas cosas. Seguro que no son para gente de tu edad.- Dijo Will, mientras pasaba por allí con una escoba.- ¡Y tú deberías de hacer de ama de casa de Vany!- Le replicó ella a gritos, ya que él ya había desaparecido por la otra puerta.- Además, esta serie mola mucho. Anna es la más dura.- Inalterado, Will dejó la escoba en su sitio y volvió a aparecer con una lista con varios nombres y datos.- No estoy haciendo tareas domésticas- aunque tampoco quiero que esto acabe hecho un antro-, estoy intentando decidir qué misión podríamos coger… ¿Qué te parece esta?- Le preguntó, mostrándole una de ellas con el dedo. Algo de rescatar a un niño secuestrado por un malvado sobrenatural.- Uish, jejeje…- Dijo Rioco.- Seguro que esa a Vany le encanta.- Sí, tienes razón… Aunque no sé por qué le ponen tanta dificultad…- Will fue interrumpido, cuando la puerta de la calle se abrió con un estruendo.- Ya estoy aquí, ya elegí la misión que tomaremos. Dijo el cazador, quitándose la máscara.- Rioco, necesito que vayas al punto 5 y recojas el anticipo, no quiero que haya sorpresas como la última vez que nos anduvieron con un piromante… Al final tomé esta.- Le dijo a Will, señalando una que se encontraba bastante por encima de la anterior en nivel de dificultad, y que tenía que ver con un payaso.

El robot suspiró. ¿Cómo iba a salir entero si siempre estaban igual?
Solo en su habitación, el chico dejó de escribir, pasando a agarrar el ratón con la mano y clicando un lugar de la pantalla del pc, con lo que se abrió una ventana. A ver si ahora ya…
Pero nada. El destello naranja volvía a verse en la barra de tareas. Y él volvió a clicarle, escribiendo un par de líneas más en el Word.

La habitación no era muy grande. Si retrocedía medio metro con la silla, le daba a la cama, que obviamente no se podía mover más. Pero él no necesitaba un salón. Para alguien como él, aquello estaba perfectamente.
Y allí, con barba por las quijadas, unas gafas sucias y un jersey de cuello alto a rayas blancas y negras puesto como si fuera un marqués, sonrió al ver las letras que estaba esperando.

lunes, 26 de noviembre de 2012

La casa de Helia


Les propongo una cosa. Vamos a acercarnos a esa casa pequeñita bañada por la luz solar artificial, en Helia, y vamos a observar lo que ocurre en ella por la ventana. Quizás encontremos algo interesante. Pero, ¡cuidado! O nos descubrirá ese ser que, chirriando, manipula unas herramientas con las que controla el fuego, el fuego creado por los seres inteligentes para ocuparse de los animales…

Will agitó la sartén de nuevo, removiendo la tortilla para que no se pegase y canturreando una canción apenas audible por encima del silbido del aceite. Sus junturas y engranajes, invisibles bajo ese nuevo atuendo que le habían dado y el mandil de chef con bolsitos, se quejaban ligeramente.  El hecho de que Will no fuera humano sino un ser positrónico, un robot, había hecho que, a pesar de pasar varios años en la nieve de Inverna, sin hacer otra cosa que dar vueltas sobre su existencia y su creador, no olvidase cómo hacer una buena comida. Sus habilidades de Chef habían sido bien apreciadas por los Dueños en el ejército en el que había servido, y las habían potenciado, de manera que ahora, Will era todo un cocinero… Aunque todo hay que decirlo, un poco oxidado. Lo cual quedó patente en el momento en el que llegó una niña a la que parecía que la hubiesen acelerado.- Hooola Willy! Le dijo sorpresivamente, y esto hizo que al androide se le cayera más líquido del que estaba echando de la cuenta por el susto, lo que produjo unas llamas repentinas. Sobresaltado, Will retrocedió un par de pasos, dejando a la vista la articulación desnuda de metal de su tobillo. – Oye, no me des esos sustos!- La riñó, enfadado.- Y lávate las manos.- Cuando ella hizo un mohín de disgusto, él añadió:- Ya sé que no te puedes infectar, pero aún así lávatelas. Te vi jugando antes en el barro. Venga, antes de que llegue…- Un estruendo le interrumpió, seguido de un gruñido.- Quien coño ha puesto esta mierda en el… en el… que cojjjjj- los pasos se oían tambaleantes y cuando el hombre entró en la cocina se entendía por qué. Will soltó un suspiro cuando el cazador tomó otro trago de la botella de licor.-… casa, llena de trastos… TRASTOS!- gritó repentinamente, tirándole la botella a Will. Éste la cogió al vuelo y, mientras Van se tambaleaba, ebrio, echó parte del contenido de la botella en el plato que preparaba.- Mejor sabor, mejor sabooor…- Canturreaba.- Oye. Esa es mi botella. Oye oyyyeee…- Murmuró el hombre envejecido, apoyándose en la encimera.- Deberías dejar de beber tanto, tío Vany.- Dijo despreocupadamente la pequeña, que también era un androide.- Algún día te va a sentar mal.- ¿Maal…? Tonteríass… Soy un ángel, entiendess…? Aunque no. Pero esstoy perrfetamente. – La pequeña fue a llevar las cosas para la comida del cazador a la mesa, aunque éste seguía apoyado en la cocina de cualquier manera.- Oyye tú.. chatarra… ¿qué es eso que huele tan bien? Estas cocinanndo…- Will le señaló el plato que ya estaba en el carrito listo para ser servido,  mientras miraba el libro de recetas.- Es un plato que seguro le encanta señor. Se lo hacía a los oficiales y no tuvieron ninguna queja. Incluso repitieron.- Oficiales…- Y ya empezaba de vuelta. La absurda manía de Van de despotricar contra los altos mandos de cualquier organización era casi tan recurrente como la de Will con su existencialismo, sobre todo en estado de ebriedad.- Essos malditoss oficiales siempre… siempre… ¿Qué decía…?- Sin embargo, toda la fuerza se le había ido por la boca, y cuando la peque se lo quiso llevar hacia la mesa no opuso resistencia. Cuando el carrito llegó hasta allí, precedido por el robot, también pareció interesarse por la comida.- Hoy encontré este helado barato en el mercado… espero que le guste señor.- Dijo mientras agarraba la mano de Rioco para evitar que picase higos.- Hoy nada de eso señorita. Es el cumpleaños del señor Helsing y toda la comida es para él.- En ese momento el susodicho cazador se puso serio.- chatarra, quiero que seas sincero conmigo… ¿te lo estas pasando bien en la casa?- Rioco, que estaba sacándole la lengua a will en ese momento se giró, sorprendida por la repentina pregunta personal que había hecho el cazador, y volvió a mirar a Will para oír su respuesta. Éste frunció el ceño, pensando. Hasta se habrían podido oír los mecanismos de su cerebro chirriar, y todo. Pero no. Después de unos instantes, sonrió.- Aquí puedo hacer lo que mi programación dice que me gusta hacer. -Y Rioco, mirándolo y mirando también al cazador, esbozó una enorme sonrisa también.

lunes, 22 de octubre de 2012

The Expresionless


The Expressionless

 In June of 1972, a woman appeared in Cedar Senai hospital in nothing but a white gown covered in blood. Now this in itself should not be too surprising as people often have accidents nearby and come to the nearest hospital for medical attention. But there were two things that caused people who saw her to vomit and flee in terror.
The first, being that she wasn’t exactly human. She resembled something close to a mannequin, but had the dexterity and fluidity of a normal human being. Her face, was as flawless as a mannequins, devoid of eyebrows and smeared in make-up. That’s the other reason people were throwing up or fleeing in terror.
She had a kitten clenched in between her teeth, her jaws clamped so unnaturally tightly around it to the point where no teeth could be seen, the blood was still squirting out over her gown and onto the floor. She then pulled it out of her mouth, tossed it aside and collapsed.
From the moment she stepped through the entrance to when she was taken to a hospital room and cleaned up before being prepped for sedation, she was completely calm, expressionless and motionless. The doctors had thought it best to restrain her until the authorities could arrive and she did not protest. They were unable to get any kind of response from her and most staff members felt too uncomfortable to look directly at her for more than a few seconds.
But the second the staff tried to sedate her, she fought back with extreme force. Two members of staff holding her down as her body rose up on the bed with that same, blank expression.
She turned her emotionless eyes towards the male doctor and did something unusual. She smiled.
As she did, the female doctor screamed and let go out of shock. In the womans mouth were not human teeth, but long, sharp spikes. Too long for her mouth to close fully without causing any damage…
The male doctor stared back at her for a moment before asking “What in the hell are you?”
She cracked her neck down to her shoulder to observe him, still smiling.
There was a long pause, the security had been alerted and could be heard coming down the hallway.
As he heard them, she darted forward, sinking her teeth into the front of his throat, ripping out his jugular & letting him fall to the floor, gasping for air as he choked on his own blood.
She stood up and leaned over him, her face coming dangerously close to his as the life faded from his eyes.
She leaned closer and whispered in his ear.
“I…am….God….”
The doctors eyes filled with fear as he watched her calmly walk away to greet the security men. His last ever sight would be watching her feast on them one by one.
The female doctor who survived the incident named her “The Expressionless”.
There was never a sighting of her again.
Menos Slender man y más ESTO:

The Expressionless In June of 1972, a woman appeared in Cedar Senai hospital in nothing but a white gown covered in blood. Now this in itself should not be too surprising as people often have accidents nearby and come to the nearest hospital for medical attention. But there were two things that caused people who saw her to vomit and flee in terror.
The first, being that she wasn’t exactly human. She resembled something close to a mannequin, but had the dexterity and fluidity of a normal human being. Her face, was as flawless as a mannequins, devoid of eyebrows and smeared in make-up. That’s the other reason people were throwing up or fleeing in terror.
She had a kitten clenched in between her teeth, her jaws clamped so unnaturally tightly around it to the point where no teeth could be seen, the blood was still squirting out over her gown and onto the floor. She then pulled it out of her mouth, tossed it aside and collapsed.
From the moment she stepped through the entrance to when she was taken to a hospital room and cleaned up before being prepped for sedation, she was completely calm, expressionless and motionless. The doctors had thought it best to restrain her until the authorities could arrive and she did not protest. They were unable to get any kind of response from her and most staff members felt too uncomfortable to look directly at her for more than a few seconds.
But the second the staff tried to sedate her, she fought back with extreme force. Two members of staff holding her down as her body rose up on the bed with that same, blank expression.
She turned her emotionless eyes towards the male doctor and did something unusual. She smiled.
As she did, the female doctor screamed and let go out of shock. In the womans mouth were not human teeth, but long, sharp spikes. Too long for her mouth to close fully without causing any damage…
The male doctor stared back at her for a moment before asking “What in the hell are you?”
She cracked her neck down to her shoulder to observe him, still smiling.
There was a long pause, the security had been alerted and could be heard coming down the hallway.
As he heard them, she darted forward, sinking her teeth into the front of his throat, ripping out his jugular & letting him fall to the floor, gasping for air as he choked on his own blood.
She stood up and leaned over him, her face coming dangerously close to his as the life faded from his eyes.
She leaned closer and whispered in his ear.
“I…am….God….”
The doctors eyes filled with fear as he watched her calmly walk away to greet the security men. His last ever sight would be watching her feast on them one by one.
The female doctor who survived the incident named her “The Expressionless”.
There was never a sighting of her again.

En Junio de 1972, una mujer apareció en el hospital de Cedar Sinai (Los Ángeles), llevando nada más que un vestido ensangrentado. Nada en esto debería ser demasiado sorprendente por sí mismo ya que muchas veces la gente cuando tenía un accidente iba al hospital más cercano a por atención médica. Pero había dos detalles que causaron a la gente que la vio vomitar y huir aterrada.

El primero, era que no era "exactamente" humana. Parecía algo cercano a un maniquí, aunque se movía con la fluidez y destreza propias de un humano. Su rostro, impoluto como los de los maniquíes, carecía de cejas y estaba embadurnado en maquillaje. Esa es la otra razón para la gente huyendo aterrada.
Tenía un gatito apretado entre sus dientes, con una fuerza tan antinatural en las mandíbulas que no se veían los dientes, la sangre goteaba en su vestido y el suelo. Entonces se lo sacó de la boca, tiró, y se colapsó.

Desde el momento en el que cruzó la entrada hasta el que fue llevada a una habitación y limpiada y preparada para la sedación, estuvo completamente calmada, inexpresiva e inmóvil. Los doctores pensaron en que sería lo mejor retenerla hasta que llegaran las autoridades y ella no protestó. Eran incapaces de obtener ningún tipo de respuesta, y la mayor parte de ellos se sentían demasiado incómodos al mirarla directamente más de dos segundos.

Pero en el momento en el que trataron de sedarla, luchó con fuerza extrema. Dos empleados que la agarraban cayeron mientras su cuerpo se incorporaba en la cama, con la misma epxresión vacía.
Miró sus inexpresivos ojos al doctor masculino e hizo algo extraño. Sonrió.

Cuando lo hizo, la doctora que había gritó y se desmayó. En su boca no había dientes humanos, sino largas y afiladas espinas. Demasiado largas para cerrar la boca sin daños...

El médico jefe la miró un momento antes de inquirir: "¿Qué diablos eres?"
Ella, crujió su cuello hacia un hombro, ladeando la cabeza para observarle, sonriendo.
Hubo una larga pausa. La seguridad había sido alertada, y podían ser oídos según iban por el pasillo.
Según los oyó, se  lanzó hacia delante hundiendo sus dientes en su garganta, dejándole caer al suelo mientras se ahogaba con su propia sangre. Ella se levantó y se inclinó hacia él, su rostro acercándose peligrosamente a él mientras su vida se le iba de los ojos. Se inclinó más y susurró en su oído.
"Yo... soy... Dios..."
Los ojos del doctor se llenaron de terror según la vio ir al encuentro de los de seguridad, calmada. Su última visión fue ella, dándose un banquete con ellos uno por uno.
La doctora superviviente, la nombró "La Inexpresiva", y nunca se volvió a saber nada de ella.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Llamando al enemigo

- Hola... Sí, ¿me podría poner con el enemigo?... Ah... Ah, que no está.... Que sí está pero en el baño... Sí si, entiendo, claro... Todos tenemos nuestras necesidades, descuide.... ¿Podría decirle que he llamado?... ¿Que quién...? Ah, pues el enemigo... No, ya sé que el enemigo es él, pero yo soy su enemigo, así que... Ah, que es de esos que se llaman a sí mismos en tercera persona... sí si, es todo un villano, claro... Bueeno, pues dígale que llama el amigo, vale? .... no, ¡no hombre por dios! A ver, si él es mi enemigo, cómo voy a ser su amigo?... No, él es mi enemigo y yo soy el suyo... Vale... Pues que diga que le ha llamado el aliado del otro bando... Sí... ese mismo... Vale, que me llame...