martes, 3 de abril de 2012

El día en que la bombilla dejó de brillar.

Hoy, he hecho un experimento. He dejado de tuitear. Simple y llanamente. Ni una mención, ni un RT, ni una simple actualización. Quería ver cuantos se daban cuenta de que no tuiteaba y se preguntaban qué ocurría hasta el punto de preguntármelo.

Puede ser que sea un exagerado, o que no sea para tanto, lo sé. Pero no puedo evitar sentirme afectado por los resultados de mi prueba. Y es lo que estoy transmitiendo.

Y es que el hechizo está a punto de romperse. Ese hechizo que alguien puso en mí hace tantos meses, ese hechizo que alguien colocó aquí y gracias al cual he sido tan feliz.

El hechizo está a punto de romperse. Y yo no quiero que se rompa. Porque sé que, cuando lo haga, no me ocurrirá nada bueno. Nada bueno por dentro.

Imagino que es culpa mía por probar semejante estupidez. ¿Quién iba a pensar que me pasaba algo extraño por dejar de tuitear un día? Igual estaba muy ocupado, o... algo. A pesar de que tuitee hasta en clase o prácticas.

También puede ser que sea culpa mía. Yo soy quien me ha expuesto a esto. Voluntariamente, me he arriesgado, desoyendo el "¿y si...?" que susurraba una pequeña vocecita en mi interior. Pensando que no ocurriría.

Hoy, la bombilla siempre encendida ha parpadeado y se ha roto.

Lo siento. Hoy no os puedo animar. Hoy, ahora, no puedo sonreír.