Les propongo una cosa. Vamos a acercarnos a esa casa
pequeñita bañada por la luz solar artificial, en Helia, y vamos a observar lo
que ocurre en ella por la ventana. Quizás encontremos algo interesante. Pero,
¡cuidado! O nos descubrirá ese ser que, chirriando, manipula unas herramientas
con las que controla el fuego, el fuego creado por los seres inteligentes para
ocuparse de los animales…
Will agitó la sartén de nuevo, removiendo la tortilla para
que no se pegase y canturreando una canción apenas audible por encima del
silbido del aceite. Sus junturas y engranajes, invisibles bajo ese nuevo
atuendo que le habían dado y el mandil de chef con bolsitos, se quejaban
ligeramente. El hecho de que Will no
fuera humano sino un ser positrónico, un robot, había hecho que, a pesar de
pasar varios años en la nieve de Inverna, sin hacer otra cosa que dar vueltas
sobre su existencia y su creador, no olvidase cómo hacer una buena comida. Sus
habilidades de Chef habían sido bien apreciadas por los Dueños en el ejército
en el que había servido, y las habían potenciado, de manera que ahora, Will era
todo un cocinero… Aunque todo hay que decirlo, un poco oxidado. Lo cual quedó
patente en el momento en el que llegó una niña a la que parecía que la hubiesen
acelerado.- Hooola Willy! Le dijo
sorpresivamente, y esto hizo que al androide se le cayera más líquido del que
estaba echando de la cuenta por el susto, lo que produjo unas llamas
repentinas. Sobresaltado, Will retrocedió un par de pasos, dejando a la vista
la articulación desnuda de metal de su tobillo. – Oye, no me des esos sustos!-
La riñó, enfadado.- Y lávate las manos.- Cuando ella hizo un
mohín de disgusto, él añadió:- Ya sé que no te puedes infectar, pero aún así lávatelas.
Te vi jugando antes en el barro. Venga, antes de que llegue…- Un
estruendo le interrumpió, seguido de un gruñido.- Quien coño ha puesto esta mierda
en el… en el… que cojjjjj- los pasos se oían tambaleantes y cuando el
hombre entró en la cocina se entendía por qué. Will soltó un suspiro cuando el
cazador tomó otro trago de la botella de licor.-… casa, llena de trastos… TRASTOS!-
gritó repentinamente, tirándole la botella a Will. Éste la cogió al vuelo y,
mientras Van se tambaleaba, ebrio, echó parte del contenido de la botella en el
plato que preparaba.- Mejor sabor, mejor sabooor…- Canturreaba.- Oye. Esa es
mi botella. Oye oyyyeee…- Murmuró el hombre envejecido, apoyándose
en la encimera.- Deberías dejar de beber tanto, tío
Vany.- Dijo despreocupadamente la pequeña, que también era un androide.- Algún día te va a sentar mal.- ¿Maal…?
Tonteríass… Soy un ángel, entiendess…? Aunque no. Pero esstoy perrfetamente. – La
pequeña fue a llevar las cosas para la comida del cazador a la mesa, aunque
éste seguía apoyado en la cocina de cualquier manera.- Oyye tú.. chatarra… ¿qué es eso
que huele tan bien? Estas cocinanndo…- Will le señaló el plato que
ya estaba en el carrito listo para ser servido,
mientras miraba el libro de recetas.- Es un plato que seguro le encanta
señor. Se lo hacía a los oficiales y no tuvieron ninguna queja. Incluso
repitieron.- Oficiales…- Y ya empezaba de vuelta. La absurda manía de Van
de despotricar contra los altos mandos de cualquier organización era casi tan
recurrente como la de Will con su existencialismo, sobre todo en estado de
ebriedad.- Essos malditoss oficiales siempre… siempre… ¿Qué decía…?- Sin
embargo, toda la fuerza se le había ido por la boca, y cuando la peque se lo
quiso llevar hacia la mesa no opuso resistencia. Cuando el carrito llegó hasta
allí, precedido por el robot, también pareció interesarse por la comida.- Hoy encontré
este helado barato en el mercado… espero que le guste señor.- Dijo
mientras agarraba la mano de Rioco para evitar que picase higos.- Hoy nada de
eso señorita. Es el cumpleaños del señor Helsing y toda la comida es para él.- En
ese momento el susodicho cazador se puso serio.- chatarra, quiero que seas sincero
conmigo… ¿te lo estas pasando bien en la casa?- Rioco, que estaba sacándole
la lengua a will en ese momento se giró, sorprendida por la repentina pregunta
personal que había hecho el cazador, y volvió a mirar a Will para oír su
respuesta. Éste frunció el ceño, pensando. Hasta se habrían podido oír los
mecanismos de su cerebro chirriar, y todo. Pero no. Después de unos instantes,
sonrió.-
Aquí puedo hacer lo que mi programación dice que me gusta hacer. -Y
Rioco, mirándolo y mirando también al cazador, esbozó una enorme sonrisa
también.
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